El día 13 de diciembre en el periódico de su dirección aparece, bajo el titular "El Ejecutivo en funciones nombra altos cargos, entre ellos la hermana de la consejera de Justicia", la noticia de mi nombramiento como responsable de Mediación Familiar de dicho Departamento de la Generalitat de Catalunya como una presunta irregularidad.
Considero que la información publicada es indigna de la objetividad que debe presidir un periódico como el que usted dirige, atenta a la integridad profesional de quienes hemos estado sirviendo honradamente a los ciudadanos y lesiona gravemente mi honor y trayectoria profesional. Quiero aclarar lo siguiente:
Soy funcionaria de la Administración desde hace 30 años, de los cuales 12 de la Diputación de Barcelona y 18 de la Generalitat de Catalunya, a los que accedí por concurso de méritos y por oposición respectivamente. Durante mi carrera profesional como funcionaria he ocupado diversos cargos de responsabilidad estrictamente técnica y he ejercido muchos años como técnico de base.
En relación a mi nombramiento, los autores del artículo ocultan parte de la información: el cargo de responsable de mediación es estrictamente técnico y en ningún caso puede considerarse político o alto cargo. Lo es la Dirección del Centro de Mediación, de la cual dependo. He accedido a él mediante concurso público convocado mucho antes de las elecciones. A él me presenté por experiencia, titulación y capacidad para ejercerlo, así como por mi participación en la creación de dicho centro, en el cual sigo trabajando.
No me parece justo estar bajo sospecha exclusivamente por mi apellido y por ello tener la necesidad de justificar y demostrar continuamente mi capacidad profesional. Me sorprende y entristece la ligereza empleada. Me pregunto si en su filosofía empresarial, ser familiar de un político conduce inexorablemente a la sospecha y a la condena. ¿No les parecería ridículo cuestionar la capacidad del señor Ernest Maragall por el simple hecho de ser hermano del futuro presidente de la Generalitat?
Ruego que publique íntegra la presente carta en su periódico ya que en este caso, por no contrastar la información y ocultar parte de ella, han dañado gravemente mi integridad personal y profesional.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de diciembre de 2003