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Un enfermero asegura ante un juez de EE UU haber asesinado a unos 40 pacientes

De confirmarse lo que dijo ayer en la sala de un tribunal de Nueva Jersey, Charles Cullen podría ser uno de los peores asesinos en serie en la historia de Estados Unidos. La policía intentaba confirmar la sorprendente confesión de este enfermero de 43 años que, mientras le leían los cargos por la muerte de uno de sus pacientes, ocurrida en extrañas circunstancias, aseguró de pronto haber acabado con la vida de hasta 40 personas en los últimos 16 años, la mayoría ancianos muy enfermos, en varios hospitales de la región. La policía ha solicitado ahora todos los archivos de unos diez centros donde trabajó el acusado.

"Voy a declararme culpable. No voy a luchar contra esto", confesó Cullen al juez. El pasado viernes, había sido detenido, acusado de asesinar a unos de sus pacientes, un cura de 68 años, y de intentar asesinar a otra enferma de cáncer en el Hospital Somerset, en Somerville, una pequeña ciudad de Nueva Jersey.

Durante la vista, explicó que éstas no habían sido sus únicas víctimas y que había acabado con la vida de otras decenas de personas, entre 30 y 40, porque "estaban muy enfermas" y quiso así evitarles sufrimientos inútiles. "Las pruebas que tenemos indican que podría ser cierto", reconoció el fiscal del caso, Wayne Forrest.

La policía no pudo anoche confirmar todavía si la declaración de Cullen, un antiguo marino, era la aterradora realidad o la invención de un demente. Desde hacía varias semanas pesaban serias sospechas sobre este enfermero que en los últimos 16 años fue despedido de varios hospitales de Nueva Jersey y Pensilvania por incompetente.

Sobredosis de fármacos

El cura Florian Gall, la única víctima que se atribuye hasta ahora a Cullen, murió el pasado junio de un paro cardíaco. La autopsia, que se practicó en octubre, reveló dosis muy elevadas de una medicación destinada a los enfermos del corazón. Lo mismo ocurrió con la enferma de cáncer que logró recuperarse de la sobredosis. Por el momento, se han identificado otros cinco pacientes a su cargo que también fallecieron en circunstancias parecidas.

No era la primera vez que el comportamiento del enfermero daba de qué hablar. En el Hospital San Lucas en Bethlehem (Pensilvania), donde permaneció durante dos años, se descubrió que robaba medicinas destinadas a enfermos con problemas de corazón o tensión arterial. Antes de ser investigado prefirió marcharse.

Al no existir una base central de datos, ninguna de las quejas que cursaron o pudieron cursar los centros llegó a los otros hospitales o afectó a su licencia de enfermero. Desde hacía unos meses, Cullen, divorciado, vivía en Pensilvania con su actual pareja, que también es enfermera. Los vecinos lo han descrito como alguien tranquilo que raramento solía entablar conversación con ellos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 16 de diciembre de 2003