Luis Eduardo Aute celebró su último disco, Auterretratos, y sus 60 años ante sus amigos y en un teatro que rompía las rígidas paralelas del patio de butacas para revestirse con las lúbricas redondeces de las mesas y las lamparitas rojas del Kit Kat Club de Sally Bowles. Dando, además, la casualidad de que el recinto era el mismo en el que tocara por primera vez hace 24 años junto al grupo Suburbano, Luis Eduardo Aute se reencontró allí con cuatro décadas de canciones en las que ha conseguido algo insólito: estar en contacto continuo con la belleza. Porque Aute, gran esteta, siempre ha tenido el talento del buen gusto, la claridad a la hora de versificar estados de ánimo, la puntería para atravesar al mismo tiempo corazones y años vividos con melodías de esas que nunca pasan de moda.
Luis Eduardo Aute
Luis Eduardo Aute (voz y guitarra), Tony Carmona (guitarra), Luis Mendo (guitarra) Billy Villegas (bajo), Igor Toukalo (teclados), Antonio Calero (batería) y Cristina Narea (coros, guitarra y percusión). Nuevo Teatro Alcalá. Madrid, 15 de diciembre.
Aute se arrancó suavemente junto a la guitarra amiga de Luis Mendo, a los sones de Recordándote. Ya con la banda al completo -gran grupo de músicos, por cierto-, el compositor y cantante evidenció que la noche iba de revisión y puesta al día de emociones y recuerdos -no sólo los suyos, sino también los del público cómplice que le acompañaba-. Todo, pues, era conocido: el suave romanticismo de Pasaba por aquí, la antigua plegaria juvenil de Aleluya nº 1 con nuevos versos añadidos, el blues cabaretero de No sé qué coño pasa hoy y el erotismo poético de Cuando dos cuerpos.
El primer clímax de la noche se produjo con la interpretación de dos estampas cinematográficas: Las cuatro y diez y Cine, cine, homenaje a Truffaut a ritmo de swing parisino. Toques de bossa en Anda y de psicodelia magrebí, con pulso con Mick Jagger incluido, en Hafa Café hicieron hueco para Dos o tres minutos de ternura, otro de los temas más aplaudidos de la velada. Tras otra ráfaga emotivo-musical con De paso, Volver a verte, Abrázame y la exótica Vailima, el artista volvió a acercar el cielo a sus fans con De alguna manera, interpretada magistralmente a solas con su guitarra. Después, de nuevo el baile con Slowly, la sensualidad de Mojándolo todo, el calor poético de Gira luna y esa maravilla de canción que es La belleza. Haciendo De tripas corazón, Aute volvió a encender las tenues luces de Al alba para resaltar cuánto hay que estar contra la pena de muerte en cualquier parte del mundo, Cuba incluida. Llegaba el final con las irónicas Ay, ay, ay y el Autotango del cantautor. Sin embargo, la audiencia le reclamó varias veces, interpretando, entre otras, la ingenua Rosas en el mar, la civilizada Una de dos y, ya con la voz bien cascada, Albanta. Buen colofón para este encuentro de Aute con los suyos, con su espacio, su tiempo, su poesía y sus canciones.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de diciembre de 2003