Por la mañana leía en el periódico que dos mendigos habían muerto en Fuenlabrada. Al llegar a casa he mirado por la ventana para ver la puerta del supermercado de enfrente. Llevamos días con heladas por la noche ¡Diez minutos para quitar el hielo del parabrisas del coche!
¿La helada de la pasada noche ha hecho que el señor con barba canosa y descuidada que pedía en la puerta del supermercado de enfrente ya no esté ahí?
No culpo a ninguna Administración Pública, me culpo por no haberle dado a Juan M. B., así dice el periódico que se llamaba este señor, las dos botellas de buen vino que llevaba en el carro de la compra la última vez que le vi.
Desde la ventana, mientras escribo esto, sigo mirando la puerta del supermercado, que dice: "Respeten la fachada, imagen comercial".
Adiós, Juan, nunca te llamé por tu nombre. Ahora voy a ver si empiezo a comprar los regalos de Reyes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 17 de diciembre de 2003