Uno ya no se puede fiar de nadie. Ni siquiera de Papá Noel. Una empresa especializada en comprobar los currículos de los empleados ha descubierto que los dulces abuelitos navideños que pululan por los centros comerciales estadounidenses pueden ser peligrosos criminales. "Y no estamos hablando de multas de tráfico, sino de delitos sexuales o pedofilia", asegura Jennifer Haynes, portavoz de Pre-employ.com. "Hicimos una encuesta por todo el país y averiguamos que el 46% de las tiendas que contratan Santa Claus por estas fechas no verifican los historiales de los candidatos". De entre los 1.000 que aspiraron al puesto de las barbas y el traje rojo, el 7% había sido acusado en algún momento de serios delitos como asalto o acoso, según las cifras de Pre-employ. "Éste es el segundo año que realizamos esta pequeña encuesta y las cosas no han cambiado", dice Haynes, "es increíble que no se tomen más precauciones con gente que trata con niños". Por ahora sólo se conoce un indicente grave. Ocurrió en Palm Beach (Florida) el pasado noviembre cuando se descubrió que un Santa Claus de 68 años había sido acusado de abusar de un menor. El hábito, como dice el dicho, no hace al monje.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de diciembre de 2003