Entregado el Murcia antes de empezar, el Valencia se desgastó lo mínimo. Un poco del emergente Sissoko, unos gramos del Xisco peleón y una pizca del explosivo Angulo. Sin olvidarse del gran Baraja, convenientemente ponderado por su entrenador a principios de semana. Bastante tiene Peiró con salvar el pellejo en la Liga como para preocuparse por la Copa.
VALENCIA 2- MURCIA 0
Valencia: Palop; Garrido, Marchena, Pellegrino, Carboni; Angulo, Sissoko, Baraja (Aimar, m. 71), Canobbio; Xisco y Oliveira (Jorge López, m. 62).
Murcia: Sánchez Broto; Valera, Roteta, Largo (Michel, m. 59), Carreras; Cuadrado, Álvarez, Richi, Fredi (Clavero, m. 76); Luis García; y Karanka (Diego, m. 64).Goles: 1-0. M. 12. Xisco. 2-0. M. 69. Garrido.
Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Marchena, Sissoko, Carboni y Carreras.
Unos 15.000 espectadores en Mestalla.
Por fin García Pitarch y Benítez se pusieron de acuerdo: Sissoko es válido. Aunque uno lo trajera como delantero y el otro lo emplee como centrocampista. Perdido el pánico inicial y el tremendo salto de categoría, Sissoko se ha ganado esta semana la paga como sustituto de Albelda. A la facilidad innata por recuperar el balón, aprende el oficio para darle salida adecuada.
El Valencia se puso por delante gracias a la pifia obsequiosa de Roteta. Le entregó un balón a Xisco y éste lo empujó a gol. Xisco sigue el patrón de Mista: zurdo, agresivo, trabajador infatigable. ¿Goleador? Se verá. A su lado, Oliveira, muy nervioso, se atropellaba al conducir el cuero. Y Xisco le aplaudió tras uno de sus muchos errores. Buen compañero.
Peiró se dejó en el banquillo a Michel, su jugador más notable. Le quedaba Luis García, que envió una falta enroscada a la cruceta. La tribuna bramó contra Carreras por su brutal entrada por detrás a Carboni. A un señor de 38 años no se le debería tratar de esa manera. Asombrosa la velocidad de Angulo después de siete meses de baja por lesión. Más que nadie lo notó Fredi, el zurdo que corría por su banda. Peiró recurrió a Michel cuando advirtió que no tenía otro modo de empatar. Estuvo cerca. Tanto que Benítez mandó calentar a Aimar. Pero, antes de que entrara la estrella, el modesto Garrido marcó de un tiro afortunado. Quedaba por ver un caño magistral de Aimar a Cuadrado. Y un suspiro de la grada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de diciembre de 2003