Pasó ronda copera el Barça en La Condomina con las mismas constantes vitales que en la Liga, o sea, que Ronaldinho marcó las diferencias cuando fue menester: primero en el momento en que se decidía el partido y después cuando el adversario quiso discutirle la victoria. Al enfrentar a un rival menor, inofensivo en las dos áreas, la actuación del brasileño fue más sobresaliente que de costumbre. Estuvo solemne en el primer gol, participó en el segundo y el tercero y firmó el cuarto con un penalti precioso, más que nada por bien tirado.
CIUDAD DE MURCIA 0- BARCELONA 4
Ciudad de Murcia: Toni Bernal; Alfonso (Cordero, m. 80), Labaka, Edu Serrano, Marco; Héctor Font, Robles; Jorge Sánchez (Camuñas, m. 54), Godino (Güiza, m. 65), Aguilar; y Turu Flores.
Barcelona: Valdés; Gabri, Puyol, Márquez, Van Bronckhorst; Gerard, Xavi, Ronaldinho; Quaresma (Òscar López, m. 72), Saviola (Oriol Riera, m. 76) y Luis García (Overmars, m. 62).
Goles: 0-1. M. 23. Saviola. 0-2. M. 74. Overmars. 0-3. M. 85. Overmars. 0-4. M. 89. Penalti a Ronaldinho que transforma el brasileño.
Árbitro: Medina Cantalejo. Mostró la tarjeta amarilla a Camuñas y Gabri.
La Condomina. Unos 10.000 espectadores.
Ronaldinho apareció por la zona de tres cuartos cuando el encuentro comenzaba a cansar y habilitó a Saviola con un quiebro que recordó la mejor versión de Laudrup. El brasileño miró hacia Quaresma, que progresaba por la derecha, y tocó la pelota hacia la izquierda para la llegada franca del argentino, al que se le abrió la portería de palo a palo para que metiera la pelota por donde le diera la gana. El gol fue definitivo pese a que quedaba más de una hora por jugar y ya se sabe que el Barça siempre concede ocasiones, aun cuando la presencia de Márquez mejoró y mucho la última línea.
Pese a la calidad del zurdo Aguilar, a Lillo le faltan jugadores para defender su tesis ante un equipo como el Barcelona, que prefiere justamente a rivales que le discutan la pelota a contrarios de corte físico. El interés que puso el Ciudad de Murcia en el segundo acto ayudó a pasar mejor el encuentro, falto de tensión competitiva. Valdés, de nuevo titular por una cuestión de extracomunitarios -la alineación de Márquez, Ronaldinho y Saviola provocó la salida de Rüstü-, tuvo que sacar las manos en un remate de Güiza, justo cuando Lillo había cargado la delantera y Rijkaard ya no sabía qué decirles a los suyos para que espabilaran. El susto despertó al Barça, que se fue de nuevo a la carga con Ronaldinho y Overmars, el jugador que mejor interpretó las maniobras del brasileño y firmó dos goles que ratificaron su buen momento: corre y bien y remata mejor. El impacto de Ronaldinho fue tan expansivo que hasta Oriol Riera, un debutante, estuvo espléndido en los movimientos ofensivos.
Los tres últimos goles disimularon la habitual dificultad del Barcelona para acabar las jugadas y al mismo tiempo expresaron la candidez del Ciudad de Murcia, un equipo que vive permanentemente conectado al gol, aunque en la mayoría de partidos los que le meten superan los que marca. No podía tener el Barça a un rival más agradecido en la Copa que el equipo de Lillo, siempre dispuesto a discutir de fútbol más que de resultados.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de diciembre de 2003