En primer lugar, es del mayor interés desarrollar colaboraciones de este tipo, en las que una compañía tan acreditada como la barcelonesa Metros presta su experiencia y sus saberes a un proyecto, en el que se implica hasta el tuétano, con el Centre Coreográfic de la Generalitat Valenciana. El mestizaje no se limita ya a las distintas experiencias de las que parte el cuerpo de baile a la hora de enfrentarse con esta coreografía, se extiende también a la fusión sobre el escenario de intérpretes de muy distinta trayectoria, donde los que provienen de Metros se simultanean con alumnos aventajados de la escuela valenciana.
La coreografía de Ramón Oller se basa en los ballets de mayor alcance musicados por Chaikovski, de los que hace una recreación madura con el peaje de transformarlos en una especie de relato mítico donde la insistencia, tampoco demasiado acentuada, sobre los ritos de iniciación (el paso de la pérdida de la infancia hacia el desconcierto adolescente) tienen un resultado afortunado sobre el escenario. Una escenografía muy cuidada abriga los tránsitos de mucha dificultad entre las ensoñaciones de la infancia, y sus terciopelos abrigados, hacia el apunte de una incipiente madurez algo más brumosa, mientras las lágrimas cristalinas estallan para convertirse en otra cosa. Un trabajo necesario, donde Oller reorienta con mucha creatividad y solvencia referentes de mucha alcurnia, para un espectáculo que resulta didáctico sin que llegue a parecerlo.
Congelado en el tiempo
De Ramón Oller, en producción del Centre Coreogràfic y Compañía Metros. Intérpretes, María Arques, Miguel A. Bolo, María Cabeza de Vaca, Vincent Colomes, Jesús de Vega, Javier García, Igor Goyena, Guillaume Jauffret... Iluminación, Gloria Montesinos. Vestuario, Paco Salabert. Escenografía, Josep Simón, Manolo Zuriaga. Banda sonora, Panxo Barrera. Dirección, Ramón Oller. Teatro Principal. Valencia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de diciembre de 2003