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Crítica:CLÁSICA

Al calor del fuego bajo

Aún permanece con nitidez el recuerdo del impacto emotivo que Paul McCreesh y su grupo instrumental y vocal, el Gabrielli Consort, infundieron, allá por febrero, en el madrileño monasterio de Las Descalzas, al Oficio de difuntos, de Tomás Luis de Victoria. Han vuelto ahora a Madrid con un programa navideño dedicado a Charpentier, anticipándose unos días al año en que se celebra el tercer centenario del fallecimiento del gran compositor barroco francés, que siempre estuvo un poco a la sombra de Lully en su tiempo. Los William Christie, Jordi Savall, Emmanuelle Haïm o el mismo McCreesh, entre otros, contribuirán sin duda muy positivamente a la difusión de su música durante los próximos meses.

Gabrieli Consort & Players

Director: Paul McCreesh. Obras de Marc-Antoine Charpentier: In nativitatem Domini canticum y Messe de Minuit pour Noël. Ciclo de conciertos de la Universidad Complutense. Auditorio Nacional, 23 de diciembre.

Llega el Gabrieli Consort en plena semana de esplendor barroco, un día después del recorrido por autores alemanes e ingleses que nos dejó contratenor Andreas Scholl en el ciclo de Lied que tiene lugar en el teatro de la Zarzuela. En estas fechas navideñas el cuerpo parece que se encuentra especialmente a gusto con este tipo de repertorio (recuérdese el éxito el pasado año del ciclo Emociona!!!Antigua). Y no es por cuestiones de resacas, sino más bien por el deseo inconsciente de una música que está pegada a las emociones espirituales.

Versiones intimistas

Así parecen comprenderlo McCreesh y el Gabrieli Consort. Sus versiones son intimistas, susurrantes, cercanas al concepto camerístico. Late en ellas un sello de recogimiento. La propia distribución de cantantes e instrumentistas responde a esa intencionalidad: dos violines, cuatro violas, violín bajo, gamba, dos flautas, chittarone, órgano y nueve coristas. Se parte de la belleza del sonido en una atmósfera de mesa camilla, de grupo de amigos reunidos en torno al fuego bajo de una chimenea.

No hay concesiones a la espectacularidad y sí una atención permanente a los pequeños detalles, como si en éstos estuviera la razón de ser de todo. La música de Charpentier ve así atenuado su sentido de la grandeza, tan afín a los franceses en función de una potenciación de su lado cantabile, de su, llamémosla así, influencia italiana, debida en gran medida al influjo de su maestro Carissimi.

Respondieron en todo momento con equidad al concepto planteado los solistas vocales y desplegaron su sensibilidad poética los instrumentistas en fragmentos como Nuit en la primera parte y, en general, en toda la Misa de Medianoche.

El público universitario acogió con calor la propuesta de los ingleses. Lo bonito se impuso y las tensiones quedaron diluidas. Algo que reponde mucho al estilo musical inglés, por otra parte.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de diciembre de 2003