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Cuatro muertos en un atentado en Tel Aviv tras el asesinato de un jefe de la Yihad

Las acciones representan el fin de los intentos de lograr un alto el fuego y regresar al diálogo

Las últimas esperanzas de paz han sido dinamitadas en el día de Navidad. Israel reanudó su política de asesinatos selectivos -el jefe militar de la Yihad Islámica perdió la vida ayer en Gaza-, y los grupos radicales palestinos respondieron con un atentado terrorista en Tel Aviv: cuatro muertos y una veintena de heridos. Estas acciones suponen una andanada contra el proceso de dialogo que la comunidad árabe y el primer ministro palestino, Ahmed Qurei, trataban de impulsar desde hace días y cuyos primeros pasos eran lograr una tregua de los radicales y una negociación directa entre los dos jefes de Gobierno.

Un helicóptero de combate Apache lanzó en la tarde de ayer un misil contra un turismo que circulaba por el barrio del jeque Raduan, en el centro de Gaza. Mató a sus cinco ocupantes, entre ellos viajaba Meqbel Hmaid, jefe de la rama militar de la organización fundamentalista palestina Yihad Islámica, la más importante junto con el movimiento Hamás.

Con esta operación, el Gobierno israelí reanudaba por sorpresa su política de asesinatos selectivos, congelada desde el 20 de octubre, cuando en otro ataque similar contra el campo de refugiados de Nuseira (Gaza), tal vez realizado con un proyectil inteligente, mató a 14 personas.

Poco después del asesinato de uno de los jefes de la Yihad, llegó la respuesta de los radicales palestinos. Un suicida hizo estallar un artefacto en una parada de autobús en el cinturón industrial y residencial de Tel Aviv. El atentando causó la muerte a cuatro israelíes, además del miliciano, y una veintena de heridos. Con esta acción, los islamistas volvían también a su política de los atentados contra objetivos civiles, y que parecía archivada tras el ataque el 4 de octubre contra un restaurante de Haifa, que mató a 22 personas, algunas de ellas árabes.

Estas dos acciones suponen un brusco regreso a la realidad y en la practica el fin del tímido proceso de paz que trataba de impulsar la comunidad internacional a través de Egipto y EE UU. Ambos países trataban de proteger los esfuerzos de Qurei para lograr una tregua para a continuación establecer un dialogo al más alto nivel entre Israel y Palestina y poner en marcha la llamada Hoja de Ruta.

La semana pasada, en un intento de reactivar ese diálogo, el ministro de Exteriores egipcio, Ahmed Maher, visitó Israel y entregó a Ariel Sharon una carta del presidente Hosni Mubarak, en la que le pedía que aceptara y respetara el principio de acuerdo para una tregua alcanzado con 13 grupos radicales palestinos, que se estaba fraguando con la complicidad entre bastidores de Estados Unidos.

El jefe de la diplomacia egipcia ofrecía como contrapartida la reanudación de las relaciones diplomáticas plenas, interrumpidas en el inicio de la Intifada cuando el embajador egipcio fue llamado a consultas a El Cairo. Se dijo además que en un contexto de dialogo entre las partes, el presidente egipcio Hosni Mubarak podría visitar Israel, en un gesto similar al que efectuó Anuar el Sadat.

Nuevo cierre de territorios

Todo ha desaparecido de golpe. A última hora de la tarde, mientras el Frente Popular para la Liberación de Palestina, una organización protegida por Damasco, reivindicaba el atentado de Tel Aviv, Sharon ordenaba el cierre hermético de los territorios palestinos poniendo fin a la política de puertas entreabiertas decretada por el Gobierno presionado por Washington con ocasión de estas fiestas.

Las declaraciones de los portavoces de la Yihad Islámica prometiendo venganza y del Gobierno israelí culpando a Yasir Arafat del atentado representan una brusca vuelta a la realidad.

Pese a los gesto, esa medida de puertas entreabiertas no alcanzó a Arafat. Por tercer año consecutivo se le denegó el permiso para asistir a la misa de Nochebuena en Belén. Su sillón situado en la nave principal de la Basílica de la Natividad de Belén estuvo vacío. Sobre el respaldo y el asiento alguien colocó, como otros años, el pañuelo blanco y negro a cuadros, el kafiee, con la que el anciano presidente se cubre habitualmente su cabeza.

La situación ya estaba deteriorada antes del asesinato selectivo de ayer y del atentado suicida de Tel Aviv. La incursión del Ejército israelí en la víspera en el campo de refugiados de Rafá, en la franja de Gaza, que causó nueve muertos, cuatro de ellos civiles desarmados, unos 50 heridos y numerosos destrozos, forzó a Qureil ha suspender el proceso de búsqueda de diálogo con los israelíes.

Sobre la Autoridad Palestina pende la amenaza de Sharon de proceder a la separación unilateral entre las dos comunidades.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de diciembre de 2003