Al parecer, Bilbao opta a acoger en un circuito urbano una carrera automovilística de una categoría inferior a la Fórmula 1. Si ya es excesiva la publicidad que las empresas fabricantes nos lanzan animándonos a comprar más coches, más grandes, más derrochadores y más potentes, incitando a la velocidad y a ignorar el riesgo, sólo nos falta que con ese circuito de carreras el propio Bilbao se ponga al servicio del mundo del automóvil.
Precisamente, una gran ciudad que sufre a diario el exceso de automóviles; precisamente ahora que ya se reconoce como problema social el sistemático exceso de velocidad en las carreteras.
En lugar de impulsar la cultura de la velocidad haciendo carreras de coches, tales esfuerzos deberían dedicarse a impulsar una cultura de movilidad basada en la cercanía y los modos de transporte socialmente más adecuados (peatonal, bicicleta y transporte colectivo); por ser más económicos, ocupar menos espacio, requerir menos infraestructuras, ser más eficientes energéticamente, ser más ecológicos, y mucho más seguros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 27 de diciembre de 2003