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Crítica:POR MENOS DE 15 EUROS

'Antipasti' para llevar y buena charla a la italiana

La calle de la Libertad es igual que el personaje de Mafalda con quien comparte el nombre: chiquitita pero intensa. En apenas cuarenta números concentra alrededor de una docena de locales para comer. De los sabores castizos de la taberna Carmencita (en el 16) al exotismo mexicano de La Panza es Primero (en el 33), pasando por novedades cool de Chueca como El Bazaar (en el 21). Se puede comer de tapas en El Bocaíto (en el 6) o de cuchara en el Extremadura (en el 13). Y en medio de este batiburrillo gastronómico encontramos el diminuto italiano Chiacchiere, en el número 9, que cumplió dos años este noviembre. Una de sus socias, la milanesa Patricia Bonfiglio, trabajaba en el Cavatappi, de donde tomó la idea de combinar tienda y restaurante. En el Chiacchiere, que por cierto significa charla, parloteo, en italiano, además de conversar, los comensales pueden escoger productos de los anaqueles que adornan el local. Salsas, pastas, vinos y cafés que se pueden degustar in situ o llevar a casa. Dice Patricia Bonfiglio que muchos compatriotas compran aquí las marcas de la casa y los antipasti típicos como tomates secos o embutidos.

Chiacchiere

Libertad, 9. Madrid.

Teléfono: 915 21 26 90.

El menú del mediodía sirve, por 10,50 euros, refresco, bruschetta (tostada, algo seca, con embutido), plato de pasta y café o postre. Lo mejor, las salsas caseras (tres a elegir dependiendo del día, desde la clásica pesto a la jugosa de nueces) y el tiramisú, también fresco. A la carta, escueta, el precio sube casi al doble, tomando, por ejemplo, insalata caprese (8,50) con vitello tonnato (9 euros). Y la copa de vino, 2,50.

No conviene esperar aquí fruslerías como mantel y servilletas. En el servicio, simpático y algo despistado, prima el self service: los cubiertos vienen juntos en cestita y el servilletero es de los de papel de toda la vida. La clientela llega de las oficinas y hay mucho vecino habitual y farandulero como Javier Gurruchaga, Marina Adanez o Jeanette Rodríguez, e incluso iconos del barrio de Chueca como el socialista Pedro Zerolo. Un ambiente relajado y acogedor, para tomar algo charlando y sin demasiadas prisas en un local muy europeo y urbanita, pero con ese toque de barrio.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 27 de diciembre de 2003