El presidente peruano, Alejandro Toledo, cumplió ayer la primera mitad de su mandato, que se inició en julio de 2001 y terminará en 2006, en medio de una grave crisis de popularidad y agobiado por los problemas internos de su partido, Perú Posible.
La popularidad de Toledo está, según las últimas encuestas, entre el 10% y el 11%. Esto le coloca en una complicada situación para afrontar la gobernabilidad del país, de acuerdo con los analistas políticos peruanos.
El editorialista Mirko Lauer ha señalado al respecto que "el sistema político no puede sobreponerse a la impopularidad del presidente". "Primero", señala, "porque se está envileciendo el discurso político, y segundo, porque esa impopularidad está demostrando ser un eficaz instrumento antidemocrático".
El portavoz gubernamental, Juan Sheput, manifestó: "Ahora vale más la eficacia política que la popularidad; por ejemplo, los presidentes Vicente Fox [México] y Álvaro Uribe [Colombia] tienen alta popularidad, pero tienen estancados sus proyectos fiscales en el Congreso". "Toledo ha logrado consenso con las principales fuerzas políticas para legislar en torno a los temas más importantes", añadió Sheput.
El 15 de diciembre, Toledo destituyó a Beatriz Merino del cargo de primera ministra después de que se produjera una turbulencia política por las acusaciones de mantener una relación homosexual y de haberle dado un empleo público a su supuesta pareja que formularon contra ella miembros del Gobierno. El nuevo primer ministro es el congresista Carlos Ferrero, de 62 años.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de diciembre de 2003