Esta ciudad se mueve mucho -no sé si más o menos que otras-, y me imagino que se debe a lo que se edifica en la periferia, en donde crecen las calles con sus ríos de asfalto. De alguna manera, lo que ocurre alrededor incide en el centro, y así, los edificios públicos o estaciones de trenes se cambian de lugar, se modifican casas e incluso barrios, y en ese movimiento continuo, de vez en cuando se deja ver un solar. Un pequeño espacio vacío que no dura mucho: como si se tratara de un peligroso agujero negro, se rellena en poco tiempo de ladrillos.
Entre esos solares están los que pertenecen a nuestros equipos de fútbol, que durante mucho tiempo vimos como descampados abandonados; salvo en los días de fútbol o de entrenamiento, cuando aparecían repletos de coches aparcados en todas direcciones. También durante las rebajas de El Corte Inglés, por su proximidad con uno de ellos, se utilizaba como aparcamiento. Aquello era el solar de Nervión, que tuvo su fin hace tiempo, y ahora le toca al de Heliópolis, en donde dicen que van a hacer un hotel; y más cosas probablemente.
En realidad también son agujeros negros capaces de engullir, no sólo ladrillos, sino todo tipo de materiales para conseguir grandes superficies generadoras, a su vez, de movimiento y nuevos flujos urbanos -como dicen los arquitectos-. Claro que de ese modo se evita que tengamos que pagar las deudas de los equipos de fútbol.
Hasta aquí, se esté más o menos de acuerdo, todo entra dentro de la normalidad y se comprende. Lo extraño del caso es la cantidad de hoteles que se están edificando; quizá más que en vísperas de la Expo. Me pregunto si se me escapa algún evento de gran importancia, o se intuye que se multipliquen los congresos, o se espera un milagroso aluvión de turistas por cualquier razón. Como son edificios de gran coste y no creo que los empresarios corran el riesgo sin pensárselo al menos una vez, sea cual sea la explicación, me alegro por la cantidad de puestos de trabajo que se van a crear y por el beneficio que puede suponer para Sevilla todos esos hoteles llenos de forasteros. O casi llenos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 30 de diciembre de 2003