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El homicida de Terrassa tuvo el arma sin licencia durante 18 meses

El agresor ingresa en prisión tras declarar que se ofuscó

El hombre que el pasado sábado mató a otros dos con su escopeta de caza en Terrassa pudo cometer el acto pese a tener la licencia de armas caducada desde hace año y medio. Los titulares de las armas deben entregarlas si no han renovado la licencia. "Se le enviaron cartas y nos presentamos en su casa en varias ocasiones para que nos entregara las armas, pero nunca estaba", aseguran fuentes de la Guardia Civil.

Según la Guardia Civil, que tiene la competencia de los permisos de armas, el proceso de renovación de licencia de armas se asemeja bastante al del carnet de conducir. Un mes antes de que caduque, se envía una carta para avisar de que hay que renovar el permiso. Pero de no hacerlo, como ha ocurrido en este caso, no se sanciona porque no constituye una infracción administrativa.

Lo máximo que puede pasarle al afectado es que se emita un informe desfavorable cuando tramite la renovación de la licencia. Si en el plazo de dos años el propietario de las armas no renueva la licencia, éstas se someten a subasta pública y el dinero se entrega al titular.

¿Y qué hace falta para tener una licencia de armas? El agresor, Ernesto Gil, tenía una licencia de clase E, con tres armas, es decir, un permiso para utilizar armas de caza menor. Para obtenerlo, hay que pasar unas pruebas físicas y psicológicas, no tener antecedentes penales y demostrar que se conoce el reglamento de uso de estas armas. Estas licencias se renuevan cada cinco años si se tienen menos de 60 años. Entre los 60 y 70 (es el caso del autor de los disparos), la renovación se debe efectuar cada dos años.

"Ni siquiera habló"

El agresor declaró ayer ante el juez, que ordenó luego su ingreso en prisión. Gil explicó que se encontraba en su casa, en el barrio de Can Palet, de Terrassa, cuando la "ofuscación" hizo que disparase su escopeta de caza contra José do Nascimento, de 34 años, y Antonio Estévez de la Concepción, de 23, ambos de nacionalidad portuguesa. Los hombres habían discutido por una plaza de aparcamiento.

A los juzgados también acudieron Francisco José Estévez de la Concepción, de 33 años, y Manuel Estevéz de la Concepción, de 19, hermanos de una de las víctimas y testigos de lo ocurrido, pues estaban también en la furgoneta cuando Gil disparó. Francisco aseguró que no conocían de nada al agresor y añadió: "El hombre ni siquiera habló con nosotros antes de disparar".

El abogado de la defensa alega que agresor y víctimas habían discutido otras veces, y el de la acusación, Mariano Marín, pide cargos por un doble asesinato con alevosía, es decir, con intención y sin dar a la víctima la oportunidad de defenderse. Ambas partes coinciden en que todo parece indicar que el móvil del asesinato fue un simple problema de aparcamiento; en concreto, una furgoneta estacionada en doble fila.

A quien sí conocía el agresor era al padre de una de las víctimas, con quien "tenía buena relación", según el abogado de la acusación.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 31 de diciembre de 2003