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CARTAS AL DIRECTOR

Homosexuales, Iglesia y Seguridad Social

El presidente de la Conferencia Episcopal, haciendo valer su espíritu reaccionario ya conocido, ha criticado acerbamente los ilegales, hasta el momento, matrimonios entre homosexuales; cosa a la que tiene legítimo derecho. Pero lo que resulta ya chirriante y fuera de lugar es atribuir a tales uniones la "quiebra de la Seguridad social" acrecentando "el envejecimiento de la población" y el fomento del "sufrimiento de niños y jóvenes". No acabamos de ver la relación entre relación homosexual y felicidad de los hijos; en tal caso, habría que analizar antes que nada cuánto infortunio y males familiares contraen los matrimonios tradicionales cuyos hijos ven destrozados su futuro por el maltrato y las separaciones de hecho o de derecho en el seno de sus "católicas" familias. La dicha y la paz familiar no es privativa de las uniones legales, sino de la vocación de perpetuidad, el respeto y el esfuerzo cotidiano de las parejas, se adecuen o no a los cánones del Derecho positivo.

Sí es verdad lo que dice monseñor Rouco Varela cuando vaticina que muchas uniones entre homosexuales puede repercutir en el censo, por la ausencia de hijos derivada de la incapacidad natural para tenerlos por dichas situaciones, aunque este problema se paliaría con las adopciones de niños de otras familias.

En todo caso, deberíamos todos rasgarnos las vestiduras de que el citado cardenal no haya advertido ese vituperable déficit poblacional causado en el mundo, desde hace siglos, por el polémico celibato obligatorio para tantos centenares de miles de religiosos y religiosas en nuestra sociedad. Tampoco los forzados célibes eclesiásticos aportan mucha solidaridad, por su estado civil, a las obligaciones que universalmente debíamos tener todos con la endeudada Seguridad Social.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 31 de diciembre de 2003