En este tiempo de Navidad tradicionalmente las familias se vuelven a juntar: los hijos que están fuera del hogar regresan para vivir con sus familias la alegría de estas fiestas La vieja canción: "Vuelve a casa... por Navidad", a veces es realidad, y por unos días se olvida la lejanía del resto del año, y el deseo de que algún día puedan volver a su tierra porque tienen un trabajo en el que desarrollar sus habilidades profesionales.
Son muchas las familias andaluzas que tienen que conformarse con ver a sus hijos emigrar porque en su tierra no encuentran un trabajo, resignándose a una separación injusta. Esta situación, en algunos casos, se produce no porque en nuestra tierra no hagan falta sus profesiones sino por razones que parten de una mayor eficacia en la gestión de los recursos públicos priorizando los gastos, de un pragmatismo que con los pies en el suelo se aleje de crear una imagen que en ningún caso responde a la realidad y sepa conjugar los recursos públicos y privados, huyendo de un capitalismo de Estado propio de épocas pasadas.
Resulta paradójico que nuestros políticos se enzarcen en cuestiones que a los ciudadanos nos traen al fresco: Modificar el Estatuto, crear una agencia tributaria, crear confrontaciones -"mía-tuya"- que no resuelven nada, etcétera, y se pasen por alto las preocupaciones reales: Trabajo para nuestros hijos; una sanidad que responda con prontitud a nuestras necesidades, evitando tener que recurrir a seguros privados que no están al alcance de todos; mejora del número de profesionales para una mejor atención de los pacientes; gestión de la educación haciendo realidad el derecho de los padres a la libertad de enseñanza obviando cuestiones ideológicas; atención a los mayores impulsando la asistencia social creando plazas geriátricas, tanto públicas como privadas, facilitando los medios financieros necesarios y subvencionando, en algunos casos, parte del costo mensual haciéndolas asequibles a todas las economías. Esto es lo que nos preocupa a la mayoría de los ciudadanos y atenderlas debe ser el objetivo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de enero de 2004