Castellón se convirtió ayer en un pedazo más del desierto por el que transcurre el Rally Dakar. De no ser por el Mediterráneo, que delimitó la visión árida que los pilotos del rally más seguido tendrán a partir de hoy, la playa de la capital de La Plana se hubiera convertido en escenario de una etapa más. Sin embargo, las condiciones no fueron tan duras como en territorio africano y los seguidores se multiplicaron por miles. Sólo el frío, en forma de rachas de aire muy lejanas a las saharianas, perturbó a los aficionados y vecinos que se acercaron a la playa de El Pinar, colapsando las salidas del centro de la ciudad hacia el este. Pese a que era la tercera vez que Castellón albergaba el paso de la carrera, en esta ocasión, con la celebración de una etapa, y aunque la prueba discurrió a lo largo de más de cuatro horas, las previsiones de circulación y aparcamiento fueron insuficientes. Por contra, el centro de la ciudad mostró un aspecto totalmente contrario al habitual en estos días, con un tráfico fluido y sin problemas de aparcamiento durante toda la mañana. Sólo los lugares destinados a aparcar los vehículos de los participantes hasta el momento de su salida en la prueba, como el recinto ferial, en la avenida del Mar, registraron una mayor saturación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de enero de 2004