Gregorio Manzano, el entrenador del Atlético, fue franco y reconoció que el partido no había sido especialmente entretenido: "Faltó la chispa, creo que los espectadores no han tenido la oportunidad de decir ni un ¡huy!". El preparador rojiblanco insistió en su percepción y calificó el choque de "soso y aburrido", aunque resaltó la labor de sus jugadores de la zaga y también alabó la de la pareja de centrales zaragocistas.
Y es que Milito y Álvaro son uno de los tándems defensivos que mejor funcionan de la Liga española. Ayer tenían la difícil tarea de contener a una de las perlas atléticas, el joven delantero Fernando Torres. Y lo consiguieron, si se atiende al marcador.
El argentino y el brasileño intentaron imponer algo de orden en el impreciso centro del campo durante el partido. La defensa adquirió más protagonismo al no llegar los goles, y los dos jugadores zaragocistas aceptaron el reto de detener el ataque atlético. En un partido tan pobre como el de anoche, al menos el punto conseguido por el equipo local es un premio a su defensa.
Al central argentino le encanta la posición que ocupa en el campo porque desde allí puede ver todo lo que sucede en el terreno de juego. Para él es una demarcación privilegiada. Milito no dejó de dar órdenes a sus compañeros, tanto de la defensa como del centro del campo. Y quizás por la seguridad que posee a pesar de su juventud, y por el respaldo que le aporta Álvaro, sus decisiones son respetadas.
Torres y Paunovic querían liberarse de su vigilancia, sobre todo El Niño, que tras varios empujones con el central supo que el argentino se convertiría en su sombra durante todo el encuentro. Y el delantero atlético no iba a ser un enemigo sencillo, máxime cuando las ocasiones se sucedieron con asiduidad poniendo en peligro la portería del guardameta Laínez.
Pero tanto Álvaro como Milito, sobrados no se conformaron con el trabajo defensivo. Ambos subieron rápidamente al área de su rival en los córners para intentar marcar de cabezazo, pese al peligro de dejar desguarnecida su posición.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de enero de 2004