Señor Coca Senande: en contestación a su carta publicada el 3 de enero, le recuerdo que los días 24 y 31 de diciembre, al menos desde 1985, las oficinas públicas cierran.
No busque ni tufillos franquistas, ni funcionarios antipáticos o maleducados a los que creo que debe una disculpa, porque la razón del cierre es mucho más simple. Y si había neones encendidos y una ventana abierta, a lo mejor quien estaba dentro era personal de la empresa de limpieza o de seguridad del inmueble, y no funcionarios atrincherados para no atenderle.
El 6 de enero tampoco acuda a una oficina pública, aunque vea luz dentro, ni a su banco, ni al supermercado, porque tampoco abren, aunque ninguno lo indique expresamente en los carteles en que informan sobre el horario navideño.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de enero de 2004