El año pasado, por estas fechas, el Roma amenazaba seriamente con anegarse en los bajos de la clasificación de la liga italiana tras un infausto comienzo de temporada. Acabó en la octava posición, a la sideral distancia de 23 puntos del campeón, el Juventus. Ahora comienza el año nuevo luciendo liderato, ya que encabeza la tabla con seis puntos de ventaja sobre sus perseguidores inmediatos, Juventus y Milan. En Italia se vuelve a calificar a Fabio Capello de allenatore vincente (entrenador ganador), y en esa pose el técnico transalpino se siente más cómodo que nadie, fortalecido por las exitosas estadísticas de su equipo, que sólo ha encajado cuatro tantos en catorce jornadas y ha marcado 31. El Roma presenta un rendimiento defensivo impecable y una más que boyante producción en ataque. El equipo que la temporada pasada era un desastre ahora se ha convertido en una seria alternativa para lograr el scudetto.
¿A qué se debe la metamorfosis? Como no hay noticias de que Capello se haya decidido a leer las obras completas de Cesar Luis Menotti, renunciando de la noche a la mañana a su particular apología del equilibrio defensivo, hay que buscar las causas del cambio en el seno de la plantilla. "Todo empezó en la concentración de pretemporada en Irding (Austria)", dice Capello. "Allí desde el primer día vi en los jugadores un nuevo espíritu, con una enorme voluntad de revancha y protagonismo". El técnico también elogia al responsable del área deportiva del club, Franco Baldini. Los fichajes que realizó el pasado verano se han convertido en gratísimas sorpresas. El central rumano Chivu llegó del Ajax para formar pareja en el eje de la zaga con el argentino Samuel. Juntos han solucionado buena parte de los graves problemas defensivos de antaño cerrando con siete llaves su portería. La otra gran novedad es un lateral derecho brasileño menos célebre. Se trata de Mancini, que llegó del modesto Venecia y a fuerza de hermosos desbordes por la banda, asistencias medidas e incluso goles (le marcó uno de tacón al Lazio) ha hecho que en el Olímpico de Roma ya no lamente la marcha de Cafú al Milan. Hasta el noruego Carew, cedido por el Valencia, está cumpliendo con cierto éxito las tareas de falso extremo que le encomienda su técnico.
Pero por encima de las caras nuevas está el insigne capital ofensivo aportado por los dos ídolos de los tiffoss i romanos. Francesco Totti representa la fantasía en un equipo muy directo a la hora de atacar. Ya suma nueve goles y atraviesa un magnífico momento de forma, mientras que el joven delantero Cassano parece haber aparcado sus repentinos ataques de inmadurez que en temporadas pasadas le llevaron a cometer graves actos de indisciplina para exhibir ahora su perfil de jugador habilidoso y desequilibrante. Esas son las luces de la Roma, apoyadas en un centro del campo de corte muy físico que apuesta por un juego directo y poco elaborado. Pero también hay sombras: Hay retrasos en el pago de las fichas a los jugadores y el club tiene una deuda de 150 millones de euros. Su presidente y propietario, el magnate del petroleo Franco Sensi, puede poner el club en venta el próximo verano si no prospera su complejo plan de viabilidad, que ya le ha costado un dineral y más de un problema con el fisco. En la parcela deportiva también hay ciertas dudas sobre el empaque real del equipo, que ha eliminado a conjuntos modestos en la Copa de la UEFA y está todavía invicto en la Liga, pero que no ha podido ganar aún a otros candidatos al título (empató con Juventus e Inter y juega con el Milan el martes) y además se ha mostrado un tanto especulativo en las últimas jornadas. Pero Capello sigue aferrado a sus números: "Las victorias te dan moral y certeza. No renunciaremos a ningún objetivo".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de enero de 2004