Atención a Juan Ortiz, por favor, un chaval de Colombia que torea ajustado a los cánones clásicos y maneja capote y muleta con templanza, armonía y gusto. Fue el primero en salir al ruedo, y eso le perjudicó, pues es sabido que el público en el primero está frío, y hay que despertarlo con cuidado, mimos y el mejor toreo posible; lo que hizo Juan Ortiz al lancear de capote en el saludo, en verónicas cadenciosas por el lado izquierdo. El trasteo de muleta tuvo ritmo, sentido y clase de la mejor.
Pedro Carrero toreó con empaque y elegancia por el pitón derecho, en muletazos de honda factura. Y culminó su obra con un contundente estoconazo en todo lo alto. Yonathan Navidad corrió la mano a veces con temple, en redondos voluntariosos y de esmerado hacer. Luis Miguel Amado apuntó buenas hechuras, cierto ensimismamiento y un concepto clásico del toreo. Diego Vega es bullidor, caliente en su interpretación de las suertes, interviene en todos los tercios con brío y variedad, y conecta sin ningún rubor con los tendidos. Juan Pedro Blázquez, muy verde de oficio, fue superado por el deslucido eral de Mercedes Pérez-Tabernero.
Tabernero / Varios novilleros
Erales de Mercedes Pérez-Tabernero, desigualmente presentados, que dieron buen juego; 6º, deslucido. Juan Ortiz: vuelta. Pedro Carrero: dos orejas. Yonathan Navidad: oreja. Luis Miguel Amado: saludos. Diego Vega: vuelta. Juan Pedro Blázquez: saludos. Palacio de Vistalegre, 4 de enero. Tres cuartos de entrada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de enero de 2004