Mientras los actuales gestores de Parmalat buscaban ayer un poco de auxilio bancario (al menos 50 millones de euros), el ex director financiero Fausto Tonna, hombre de confianza de Calisto Tanzi, fundador de Parmalat, insistió en que todas las falsificaciones contables se hicieron por orden directa de Tanzi. Tras declararse ya la quiebra de Parmalat Spa, el comisario y actual responsable de la firma, Enrico Bondi, solicitó ayer la misma consideración para sus divisiones Parmalat Finanziaria, Eurolat y Lactis.
Los bancos, investigados a su vez por presunto uso ilegal de información privilegiada y, en algunos casos, por complicidad con las operaciones fraudulentas que condujeron a la gigantesca crisis, no dan por el momento respuesta positiva a los nuevos administradores de Parmalat. "Aún no sabemos nada del crédito puente", declaró Umberto Tracanella, uno de los miembros del consejo de administración nombrado tras la suspensión de pagos.
El comisario administrador, Enrico Bondi, estimaba que el grupo alimentario requería entre 50 y 100 millones de euros para seguir funcionando. Los bancos, varios de ellos importantes acreedores de la firma colapsada, hacían oídos sordos y se enfrentaban a otro tipo de problema: los fiscales sospechaban que algunos, como el Sanpaolo o Capitalia, conocieron mucho antes que el público la desastrosa situación de Parmalat e hicieron uso de la información privilegiada para sacarse de encima títulos del grupo lácteo y para aconsejar a sus principales clientes que vendieran las acciones antes de que éstas perdieran todo su valor.
Bondi solicitó ante el Ministerio de Actividades Productivas la quiebra para las divisiones Parmalat Finanziaria, Eurolat y Lactis con el fin de que queden blindadas frente a los acreedores y así facilitar su reestructuración.
El ex director financiero Fausto Tonna, interrogado durante toda la jornada por los fiscales de Parma, insistió en que todas las falsificaciones contables se hicieron por orden de Tanzi.
Tonna, en prisión preventiva como Tanzi y otros seis antiguos altos cargos de la empresa, fue trasladado por la policía a la sede de la Fiscalía de Parma para efectuar una segunda declaración, tras la realizada ante los fiscales milaneses. A su llegada, se dirigió a los periodistas presentes: "Os deseo a vosotros y a vuestras familias una muerte lenta y dolorosa", dijo. El propio Tanzi admitió su culpabilidad, al menos de forma parcial, al ofrecer todos sus bienes para cubrir en lo posible las deudas de la empresa y al admitir, a través de su abogado, que unos 500 millones habían sido sustraídos ilegalmente de Parmalat y desviados hacia otras sociedades.
La aparente buena voluntad de Tanzi y su oferta de liquidar sus aviones y yates para enjugar deudas no convencieron ni a los fiscales ni a los nuevos administradores, que seguían rastreando la pista del dinero desaparecido y confiaban en encontrar en alguna parte un tesoro. Los investigadores italianos habían hallado indicios de que parte de lo defraudado en Parmalat se destinó a tapar agujeros en otros flancos del imperio de los Tanzi.
En muchas operaciones, sin embargo, no se percibía otra intención que la rapiña. Ése podría ser el caso de una emisión de deuda, por importe de 250 millones de euros, realizada por la filial brasileña de Parmalat: lo obtenido con la venta de bonos fue enviado, según los fiscales, a una oficina del Santander Central Hispano en las Islas Caimán, y desde allí, a una cuenta bancaria de Tanzi en Malta, otro paraíso fiscal.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de enero de 2004