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CARTAS AL DIRECTOR

Conducción peligrosa

El Congreso ha aprobado una nueva ley que permite la retirada del carné de conducir al arbitrio y sesudas razones del policía de tráfico. No llevar un chaleco reflectante bajo el asiento, saltarse un semáforo en ámbar cuando visualmente es rojo, adelantar un ciclomotor sin invadir el carril contrario o carecer del permiso de conducir son motivos suficientes para que nos pare un agente de tráfico con la difícil papeleta de dirimir nuestras facultades físicas. Las mentales se presuponen sanas, puesto que llevamos un artilugio de matar entre las manos.

La polémica está servida, puesto que es difícil determinar las condiciones "físicas" de un conductor cuando -con esta ley- la preparación de un policía de tráfico ha quedado muy reducida y escasa. Si un agente nos para el vehículo con malévolas intenciones tendremos que exigirle un master en psicología, buena visión -diurna y nocturna- y además que tenga en su currículo unos cursillos de magistratura. Ya que será -por luz divina- el juez supremo de nuestros actos al volante.

Se respira indefensión y no sabemos quién estará más desprotegido de cometer infracciones: si el agente de tráfico por excederse en competencias o el conductor que no alberga dudas sobre sus capacidades físicas. Al final, todos descontentos y víctimas de una redacción absurda.

Habría que exigirles a estos leguleyos un certificado de "conducción" correcta en excelentes condiciones "físicas". ¿No es una ebriedad redactar una ley sin suficientes garantías?

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de enero de 2004