El 6 de enero, el día en que se desempaquetan millones de ilusiones, también es obligado cumplir con el viejo ritual del roscón de Reyes. Los obradores han redoblado sus esfuerzos durante los últimos días para satisfacer la abundante demanda de este bollo que alcanza ya altos precios. La tradición manda que el pastel, perfumado de azahar y salpicado de multicolores frutas escarchadas, esconda una sorpresa en su interior. En la imagen, una dependienta de una pastelería donostiarra despachaba ayer un roscón.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de enero de 2004