La Guardia Civil pasó ayer toda la jornada buscando restos del bólido que el domingo cruzó la península ante la mirada perpleja de miles de ciudadanos. Algún posible rastro del acontecimiento estelar se quiso ver por la tarde en Minglanilla, provincia de Cuenca, pero técnicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) determinaron que los cráteres aparecidos en la zona no pertenecían al meteorito.
Los guardias habían rastreado zonas de León y Palencia, porque, a pesar de que las bolas de fuego que resultaron al estallar el meteorito se vieron desde Galicia hasta Levante, fue en esas dos provincias donde los testimonios de los vecinos concentraban más ruidos, bolas de fuego y resplandores. Pero ni a pie ni en helicóptero encontraron nada.
Los únicos indicios de que algo pudiera haber impactado contra el suelo aparecieron en un paraje conquense llamado La Vaqueriza, en Minglanilla. Hasta allí se desplazó la Guardia Civil, en una operación coordinada por la Subdelegación del Gobierno de Cuenca. Allí había varios cráteres rodeados de un perímetro de vegetación quemada y allí se apostaron los agentes a la espera de que los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas acudieran para analizar el terreno, lo que finalmente hicieron, descartando su relación con el bólido.
El meteorito fue para los adultos de Renedo de Valderaduey (León) casi tan mágico como la llegada de los Reyes Magos para los niños. Los vecinos del pueblo participaron en la búsqueda del posible meteorito con la Guardia Civil. Los nervios ya habían pasado pero el susto todavía les quedaba en el estómago.
Todos buscaron sin éxito hasta el anochecer algún rastro sobre el fenómeno celeste, que el ganadero Manuel Pascual González achacó al "fin del mundo". "Era como la cisterna de gasolina de un camión, sobrevolando el cielo, ardiendo, el ruido era tremendo, estremecía; luego, a los pocos minutos, una explosión muy fuerte; más tarde, cuatro seguidas, y la tierra retumbaba".
En esa descripción coinciden varios convecinos. Emilia y Lucía se dirigían a las 17.45 del domingo al paraje de la laguna. A mitad del trayecto, ante la visión de una "gran bola de fuego" que surcaba el firmamento, asustadas, mudas por el miedo, decidieron regresar al pueblo a paso ligero, sin mirar al cielo. A Jaime Martín, de 10 años, hijo de Emilia, le pareció primero "una estrella fugaz" y luego "un avión a punto de estrellarse".
Ricardo González y su hijo no salían ayer de su asombro. "Vi una cosa enorme y vi un avión, casi se chocan. No sé si sería un meteorito o algo que nos envían para rematarnos a los que vivimos aún en el campo", contó el padre. El desconcierto por lo ocurrido en Renedo era ayer tal que el incendio de rastrojos, el hallazgo de piedras oscuras de cierto tamaño o cualquier agujero se atribuían "sin dudar" al meteorito.
El helicóptero de la Guardia Civil fue percibido durante la mañana de ayer por los vecinos, sobrevolando las tierras, pero de tarde, la búsqueda se suspendió. "Es mucho terreno", decía un
sargento; "seguramente el meteorito se haya desintegrado en contacto con la atmósfera". En el pueblo se desconfiaba de la versión oficial y algunos creían que "una cosa que choca y causa un temblor de tierra no puede ser tan pequeño que no se vea". "Eso es que lo han encontrado y chitón", comentaba un corrillo de vecinos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 6 de enero de 2004