Hace ya muchos años que quedó atrás el hecho de que las organizaciones humanitarias de solidaridad, no políticas, estuvieran formadas casi en exclusiva por las madres y las hijas de la clase alta, y que lo hicieran por aparentar y dar que hablar en sus reuniones de sociedad.
Hoy en día, aunque aún están infiltradas algunas de estas personas y otras que las quieren emular, el voluntariado actual no es clasista ni sexista, y está formado en su inmensa mayoría por gente que ocupa su tiempo libre en ayudar al prójimo por tener un acentuado sentido de la solidaridad.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de enero de 2004