Albert Vidal ensaya en la Sala Romero Esteo del Teatro Cervantes de Málaga el estreno en castellano de su obra Cantos, danzas y discursos del príncipe. El polifacético creador, que a lo largo de su amplia carrera ha producido obras de teatro visual, performances, cortometrajes y conciertos, vuelve a los escenarios con este monólogo. En 1999 fijó su residencia en la capital de Mongolia y se ha dedicado a la investigación de las culturas del centro de Asia.
Pregunta. Hoy estrena en castellano Cantos, danzas y discursos del príncipe.
Respuesta. Originalmente lo escribí en castellano, durante mi residencia en Mongolia y lo estoy presentado por primera vez en su versión original al público de Málaga y España.
P. ¿Ha supuesto su vuelta a los escenarios después de un paréntesis?
R. He estado haciendo un viaje muy interior que como resultado ha dado una colección de cantos telúricos grabados a través de todo el mundo, desde el Himalaya a las prisiones de la estepa mongola.
P. ¿Esta obra que ahora presenta es un monólogo?
R. No me atrevería a decir eso aunque haya únicamente un actor en escena. Hay una interacción muy rica con la percusión étnica de Jordi Rallo y con los teclados electrónicos de Xavier Jaumó. Hay cantos, además de texto, por lo que podría ser un concierto, una obra de teatro, un espectáculo de danza y es todo a la vez, como creo que tiene que ser el espectáculo en general.
P. ¿Cuál debe ser el papel del actor y del arte frente a la sociedad?
R. Un actor debe saber cantar, bailar, dar discursos, soñar siempre y hacer soñar al público, elevarle. El arte ha de servir, sobre todo, como soporte de conocimiento. Me gusta utilizar el oficio, hacer reír, emocionar, pero también que la gente se vaya a casa con un discurso profundo que le ayude a seguir viviendo con fuerza.
P. ¿Usted ha sido muy polifacético?
R. Quizás yo esté un poco en la tradición antigua del actor que conoce todos los resortes de su oficio. Me gusta tanto la actuación frente al público como el laboratorio, la investigación sobre el lenguaje escénico para liberarlo de la esclerosis y entregarlo con la inocencia de quien hace algo por primera vez.
P. ¿Cree que el teatro necesita renovación?
R. El teatro necesita de una mirada viva sobre el presente. Estamos viviendo una realidad social, política, nacional e internacional muy intensa. ¿Cómo se puede hoy hacer arte ignorando lo que nos está pasando?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 11 de enero de 2004