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Una ocasión para demostrar que el Sur interesa a Bush

La Cumbre Extraordinaria de las Américas, más eficaz en la exposición de las desavenencias que en la consecución de acuerdos, es una ocasión para que Estados Unidos lance señales de que le interesa América Latina "con vistas a las elecciones de noviembre", según Jesús Silva Herzog, ex embajador mexicano en EE UU. "No va a pasar nada significativo en la cumbre. Es una paseada del presidente Bush. Es más de lo mismo".

El jefe de la Casa Blanca se reunirá con el presidente mexicano, Vicente Fox, a quien castigó con el látigo de su indiferencia por haber rechazado la invasión de Irak sin el aval de la ONU. Bush subrayará a Fox su propuesta de legalizar laboralmente a cerca de cinco millones de inmigrantes mexicanos en EE UU y la necesidad de mantener la alianza bilateral contra el terrorismo.

"El hecho de que seamos vecinos del país que está obsesionado con el terrorismo, paradójicamente, nos puede dar una ventaja de acceso a su mercado en la medida que tengamos un programa de seguridad regional", manifestó Jaime Serra, uno de los negociadores del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

El presidente norteamericano templará gaitas con el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, receloso de la asociación comercial propuesta en el ALCA, que considera perjudicial para los intereses nacionales. Bush tratará de apaciguar al argentino Néstor Kirchner, que acusó al Fondo Monetario Internacional (FMI), controlado por Washington, del desplome de su país, y reanudó las relaciones con Fidel Castro. También se reunirá con al presidente de Bolivia, Carlos Mesa, investido en andas de una insurrección popular contra el agringado Gonzalo Sánchez de Lozada.

Las citas bilaterales serán muchas. Entre ellas, Chile, Bolivia y Perú tratarán la reclamación de Bolivia de tener una salida al mar en territorio actualmente chileno.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 11 de enero de 2004