Después de 23 años de gobierno en Cataluña de un mismo partido se ha terminado dando el relevo político. Después de 23 años de un Gobierno que se perpetuó democráticamente, parece como si nadie se haya planteado el problema por pasiva, me refiero a que los que nos gobernarán los próximos cuatro años y que estuvieron como mínimo esos 23 años en la oposición esperando su turno. Y en ocasiones, quien espera... desespera. Y para evitar la desesperación de sus votantes, tal vez en esos años se terminó gestando un mensaje tendente a justificar la espera sobre el razonamiento de que la sociedad evolucionaría y vería lo necesario de un cambio de gobierno. Sin embargo, dicho cambio no se gestó sobre la base de soluciones concretas y alternativas reales.
Pues bien, ese cambio ya ha llegado. Eso sí, hipotecado por la inconmensurable deuda heredada por la gestión llevada a cabo por CiU. A la espera de los datos oficiales de una auditoría interna y teniendo como referente los facilitados por el Banco de España en octubre de 2003, la deuda de la Generalitat asciende a 10.024 millones de euros (1,67 billones de pesetas). Realmente, la cifra es alarmante ya que, teniendo en cuenta que el total del endeudamiento de todas las comunidades en esa fecha ascendía a 43.391 millones de euros, esto quiere decir que Cataluña debía el 23,1% del total, cuando los algo más de seis millones de catalanes sólo representamos algo así como el 14,5% del total de la población española. ¿Qué gestión de gobierno puede realizar ningún Gobierno con una losa que lastra irreductiblemente cualquier acción que no este encaminada a enjugar la penosa carga financiera?
Pero lo delirante de todas estas cifras es que ningún partido político catalán las quiso comentar y cuando fueron publicadas pasaron casi inadvertidas a la opinión pública. El problema de fondo se encuentra en el hecho de que, si bien se deben atribuir a una gestión llevada a cabo por CiU durante 23 años, lo peor del caso es que ningún partido de la oposición (algunos actualmente en el Gobierno) aparentemente hizo nada para evitar que se alcanzara una cifra de deuda tan desproporcionada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 12 de enero de 2004