José María Aznar se va del primer plano de la política, pero no sin intentar, al menos dejar establecidas algunas líneas de actuación futura que den continuidad a sus planteamientos. En concreto, al deseo de reforzar la relación trasatlántica que ha caracterizado su mandato. El presidente del Gobierno propuso ayer en Washington todo un plan para que la Unión Europea y Estados Unidos creen una zona económica libre en el año 2015.
Aznar habló como líder de una España tan boyante que algunos españoles tendrán dificultad para reconocerla como el país en el que viven. "España es hoy un país sólido, creíble y en expansión". España ofrece quizás el mercado más dinámico del área euro; con una localización estratégica clave y buenas infraestructuras, y con casi 43 millones de personas con alto poder adquisitivo", dijo Aznar, pasando por alto los sondeos que indican que el número de familias españolas con problemas para llegar a fin de mes va en aumento.
El presidente del Gobierno se dirigió en estos términos a una selecta concurrencia de empresarios reunidos a almorzar en la Cámara de Comercio de EE UU con ocasión de la primera jornada de un viaje oficial centrado en la decimocuarta entrevista, programada para hoy, del mandatario español con el presidente George W. Bush.
Su discurso no fue, en un principio, muy distinto de otras intervenciones previas orientadas a potenciar la imagen de la economía española en el extranjero. Pero sí insistió especialmente en el peso internacional del PIB español, con tanta intención que se quedó a menos de un paso de pedir públicamente el ingreso en el grupo de los grandes del planeta.
"España supera por tamaño de su economía a dos de los actuales miembros del G-8", dijo en referencia a Rusia y Canadá, y añadió que ello "significa en todo caso que España está entre dos países líderes de la economía global". Aznar deja, en todo caso, el Gobierno con la seguridad aparente. Se va también con la seguridad aparente de que nada va a cambiar en la política española tras las elecciones generales, ya que ayer dijo que los estadounidenses pueden "tener la certeza de la orientación que tendrá cualquier reforma económica en España". "Nuestro objetivo", añadió, "seguirá siendo crear mayores espacios de libertad, mayor apertura de mercados, mayor flexibilidad y eficiencia".
Esta seguridad se extiende incluso al conflicto de Irak, donde, dijo, "España ha asumido unas responsabilidades y las va a seguir asumiendo hasta que terminemos nuestra tarea".
Pero más arriesgado resulta que un político en retirada, con un saldo no especialmente brillante de sus relaciones europeas, se proponga como protagonista de una iniciativa trasatlántica que implica a las dos grandes unidades económicas del planeta. Se trata de un plan detallado para que, durante la próxima cumbre UE-EE UU, que suele celebrarse hacia la primavera, las dos partes creen una Comisión Económica de Alto Nivel encargada de "elaborar, en el plazo máximo de 12 meses, un plan de acción que identifique concretamente los obstáculos económicos comerciales o regulatorios entre Estados Unidos y Europa, y establezca un calendario preciso para su eliminación en una década".
La fecha objetivo de Aznar sería 2015, pero ya para 2010 tendría que haber resultados firmes en cuatro sectores: telecomunicaciones y economía digital; transporte aéreo, servicios financieros y regulación de la competencia.
Erigido en líder de un país que es ya "nexo de unión entre Europa y América", y no entre Europa e Iberoamérica, como se ha dicho tradicionalmente, Aznar aseguró al empresariado "mexicano, boliviano o argentino" que sólo debe esperar beneficios de esta iniciativa.
Ni la Comisión Europea ni los otros socios comunitarios han sido consultados sobre la iniciativa, según precisó una fuente gubernamental. Aznar no parece creer, en cualquier caso, que el tema merezca una campaña de relaciones públicas europeas.
También fue rotundo en relación con Cuba. "Lo que espero ver pronto en Cuba es el fin del régimen de Castro", dijo, y añadió que "Castro es un tirano que afortunadamente un día desaparecerá". Le preocupa a Aznar, en cambio, el futuro del pueblo cubano, "que sufre mucho", y para el que políticas de sanción como las de EE UU, sugirió, pueden ser muy negativas.
[Posteriormente, durante la inauguración de la nueva residencia de la Embajada de España en Washington, Aznar aseguró que no se va a "jubilar" en la misión en favor de la relación entre España y Estados Unidos y adelantó que va a seguir haciéndolo con una intensidad que se podrá comprobar después de que abandone la jefatura del Gobierno, informa Efe].
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 14 de enero de 2004