He residido varios años en Italia, por lo que casi había olvidado el discurso decimonónico y anticlerical de algunos escritores españoles, hasta que ayer, martes y 13, leí en la página 2 del suplemento Comunidad Valenciana una columna de Manuel Talens titulada La grande bouffe. Entiendo que el autor del artículo, escritor de profesión, tienda a echar la imaginación a volar. Lo que no me parece correcto es que utilice nombres de políticos y empresarios reales, poniendo en su boca afirmaciones estrafalarias y, sobre todo, mofándose de esas personas por sus creencias religiosas.
Supongo que el artículo habrá molestado a los aludidos y a los que tenemos la suerte de ser creyentes. Y todo por hacer una gracia. Es una pena.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de enero de 2004