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Crónica:FÚTBOL | Vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey

Saviola pesa más que Congo

La pegada del delantero argentino da la clasificación al Barcelona, que supera a un espléndido Levante

Harto de que le tumbaran en cualquier cuadrilátero, cuando su juego de pies no tenía manos, el Barcelona ha exhibido en sus dos últimos partidos una pegada sorprendente. Los pesos plumas del equipo volvieron a sacar ayer los brazos en un partido muy difícil de jugar, tanto por el gol encajado de la ida como por la entidad del Levante, que completó un partidazo. Los aspavientos de Preciado contra el árbitro expresaron el desconsuelo del Levante, que se retiró del campo con la seguridad de que le habían timado.

Barcelona: Víctor Valdés; Reiziger, Márquez, Puyol (Ros, m.81), Van Bronckhorst; Iniesta (Gerard, m.40), Cocu, Xavi; Luis García, Saviola (Sergio García, m.76) y Ronaldinho.

Levante: Aizpurúa; Pinillos, Alexis, Olías, Lekumberri; Carpintero (Rivera, m. 62), Sandro; Limones (Ettien, m. 62), Cuéllar (Aganzo, m. 62), Jofre; y Congo.

Goles: 1-0. M. 4. Iniesta remacha una penetración de Saviola, tras una asistencia de Xavi.

2-0. M. 46. Saviola remata por bajo tras recibir un excelente pase al hueco de Xavi.

3-0. M. 64. Penalti de Olías a Saviola que transforma Ronaldinho, raso y por el centro.

3-1. M. 84. Congo, a pase de Ettien.

Árbitro: Losantos Omar. Amonestó a Cuéllar, Pinillos, Sandro, Carpintero y Puyol.

Camp Nou. Unos 41.500 espectadores.

Jugó mucho y bien el Levante frente a un Barça muy efectivo, enchufado al buen momento de Saviola, que se las arregló para desmontar a los centrales, demasiado lentos para una defensa en línea, presionante y adelantada, ante un punta muy pícaro. El cimbrear del argentino pesó más al final que la fiereza de Congo, en un choque muy copero, por eléctrico, intenso, emotivo e incierto. Ha cambiado pues momentáneamente la suerte del Barça: por el acierto de los puntas, antes estériles; por cómo le miden los árbitros, ahora de manera contemplativa; por la falta de puntería de los contrarios, que normalmente se ponían las botas.

A la espera de que Davids se ponga en forma, Rijkaard se ha encaprichado de una alineación que aspira a resolver los partidos por la vía del talento. Pese a que el dibujo no tiene simetría y que la organización del juego es discutible, el equipo se desenvuelve con más soltura que cualquier otro anterior, más que nada por la bravura de los centrales y por el amplio despliegue de la segunda línea, copada por futbolistas que se sienten muy a gusto con la pelota. Juegan Xavi, Iniesta y Ronaldinho a un toque, y funciona el pase interior con relativa frecuencia.

El Levante es un equipo muy bien trabajado, especialmente hábil en la gestión de los espacios, vertiginoso a la que enfoca la portería rival, con Congo siempre dispuesto a decir la última palabra. Los volantes de Preciado buscaron siempre al ariete, físicamente imponente, muy capaz de ganarle la espalda a su marcador. Frente a la capacidad de Ronaldinho, Iniesta y Xavi para habilitar a Saviola con un gesto técnico, Congo respondió con una fuerza estremecedora.

Marcó Iniesta a las primeras de cambio y si Congo no empató antes del descanso fue porque el árbitro pitó a favor del Barça en las dos jugadas más discutibles de ayer, justamente lo contrario de lo ocurrido en la ida, resuelta en un córner-penalti, una jugada que los colegiados pitan cuando les da la gana. A instancias del linier, Losantos Omar se desdijo de un penalti pitado a favor del colombiano por un derribo de Valdés, y después se desentendió de un manotazo de Cocu, acción que provocó un zapateado de Preciado desde el área técnica, indignado con el trío arbitral.

El Levante no se sintió correspondido con el juego desplegado, un punto superior al del Barça, que perdió encanto con la lesión de Iniesta, un futbolista celestial por la profundidad, verticalidad y velocidad que le da al juego. Ronaldinho jugó sólo a ratos, y suerte tuvo el equipo azulgrana de la línea de pase creada por Xavi y la habilidad de Saviola para leer los dorsales de los marcadores rivales, especialmente débiles, inferiores en juego a los medios y delanteros.

El Levante espantó tanto al Barça que le obligó a una relectura del juego. Faltos de desborde y velocidad, y ausente Iniesta, los azulgrana intentaron ralentizar el fútbol, ser más pacientes, evitar la pérdida de la pelota, conscientes de que un gol del Levante suponía su eliminación.

Preciado respondió con una medida de choque muy propia de su ideario, presidido por una frase lapidaria: "moriremos matando". Dispuso un triple cambio que supuso la entrada en escena de Ettien, Aganzo y Rivera. La mitad de los jugadores del Levante eran delanteros. La afrenta duró muy poco, el tiempo que tardó en reaparecer Saviola, que le sacó un penalti a Olías que parecía el punto y final. Ocurrió, sin embargo, que Congo se encontró con el gol que entre todos le debían y obligó a disputar diez últimos minutos que parecieron diez partidos para el Barça y diez segundos para el Levante. Aguantaron a pie firme los azulgrana, aunque pagaron cara su sufrida clasificación: Puyol, Iniesta y Reiziger se lesionaron. Mal asunto. Habrá que repintar la alineación justo cuando funcionaba.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 15 de enero de 2004