Paul Bremer, el representante civil de EE UU en Irak, debatió ayer en Washington los planes de transferencia de soberanía y convocatoria de elecciones con el presidente George W. Bush. Bremer se reunirá el lunes en Nueva York con el secretario general de la ONU, Kofi Annan. El problema es si las elecciones deben celebrarse antes o después de la transferencia. EE UU cree que no hay condiciones para hacerlas antes, aunque admite que pueden introducirse "mejoras" en sus planes, y quiere que la ONU respalde ese punto de vista, que choca con la voluntad de Alí Sistani, líder de la mayoría chií de Irak.
Bremer, que verá el lunes en Nueva York al secretario general de la ONU, Kofi Annan, se reunió con los secretarios de Estado y Defensa, Colin Powell y Donald Rumsfeld, y con la consejera de Seguridad nacional, Condoleezza Rice, antes de ver al presidente. La situación es compleja. La Casa Blanca, en fase preelectoral, necesita asegurar, en la medida de lo posible, que la transición en Irak vaya bien. Para ello, Sistani es un aliado imprescindible. Washington quiere además que la ONU se implique más en Irak, para que detrás vayan, económica y militarmente, los países aún ausentes de Irak. Para conseguir todo esto, se abre ahora la posibilidad de hacer cambios en los planes: "Estamos discutiendo las formas de aclarar o mejorar el acuerdo del 15 de noviembre
[sobre transferencia de soberanía y elecciones]", dijo Scott McClellan, portavoz de la Casa Blanca.
Según Bremer, esos cambios no deben afectar los tiempos: "Intentamos mantener el calendario para transferir el poder el 30 de junio y celebrar elecciones directas en 2005", señaló, para reiterar que él quiere abandonar sus responsabilidades el 1 de julio. "En todas mis conversaciones con los iraquíes me dejan muy claro que están ansiosos por conseguir la soberanía, y nosotros no estamos nada ansiosos por extender el periodo de ocupación".
EE UU quiere convencer a Annan de que la ONU vuelva a Irak y que respalde la tesis de que, en las condiciones actuales, es preferible transferir la soberanía el 1 de julio a un Gobierno iraquí más representativo que el actual Consejo para que organice las elecciones. Ese Gobierno provisional se elegiría en una Asamblea Nacional formada por representantes de las distintas confesiones y zonas de Irak. Tanto el nuevo Ejecutivo como la Asamblea trabajarían en la redacción de una Constitución y en la preparación de elecciones generales en 2005. Los representantes habrían sido previamente elegidos en mayo, en 18 asambleas, una por provincia. En los detalles de este proceso podría haber margen de maniobra para la difícil negociación con Sistani, por ejemplo dándole un papel de arbitraje a la ONU. "Hay distintas formas de celebrar este tipo de elecciones", dijo Bremer, que sugirió "un mayor voto directo" que el previsto.
Lo que Sistani y los chiíes quieren es que haya elecciones generales directas antes porque les garantiza, por razones demográficas, la mayoría (son un 60% de la población), porque temen que el sistema de representación dé un peso excesivo a los suníes y porque aseguran que la ausencia de una autoridad legitimada por las urnas retrasará la pacificación. Los chiíes ya han organizado manifestaciones masivas y seguirán haciéndolo: "Si Sistani lo pide, todos saldrán a las calles contra las fuerzas de la coalición", según otro clérigo chií, Mohamed Bager al Mohri. Bremer no descartó por completo la celebración de elecciones a corto plazo: "Obviamente, es algo que tenemos que tener en cuenta".
La contradicción para EE UU es que ahora necesita a la ONU, con la que no contó para lanzar la guerra: Bremer -acompañado por representantes del Consejo provisional iraquí, entre ellos su presidente rotatorio, Adnan Pachachi, que acaba de entrevistarse con Sistani- pedirá el lunes a Kofi Annan que envíe una misión a Irak, para comprobar que no hay condiciones para celebrar la consulta -seguridad, actualización de censos- y para explicárselo después a Sistani e intentar que suavice su firme oposición al plan de transferencia de soberanía. Además, EE UU está en el proceso (con la urgencia de la campaña electoral de otoño) de conseguir una mayor implicación de la ONU en Irak.
En la misma línea de ampliar la presencia internacional en Irak, ganar legitimidad y tratar de disminuir su presencia militar y los gastos que implica, el Gobierno de Bush, según fuentes oficiales citadas por varios medios, podría cambiar su política de vetar el acceso de empresas francesas, alemanas y rusas -ya lo hizo con las canadienses el pasado martes- a los grandes contratos de la reconstrucción de Irak financiados con dinero estadounidense. La decisión se está madurando, según esas fuentes, que añadieron que Condoleezza Rice ha tenido una comunicación telefónica con el consejero de Seguridad del Gobierno francés, Maurice Gourdault-Montagne.
[Por otra parte, la empresa Halliburton, que dirigía Dick Cheney hasta asumir la vicepresidencia de EE UU, recibió ayer dos nuevos contratos en Irak, para modernizar las infraestructuras petrolíferas. Uno de ellos es de 1.200 millones de dólares].
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 17 de enero de 2004