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COLUMNA

Sevillanos

Con frecuencia hablamos u oímos hablar de una generalidad de sevillanos mirándonos el ombligo, pero estos días pasados hemos podido comprobar que también los hay muy valiosos y que la ciudad, merecidamente, los reconoce y premia sus méritos. En cinco días, que yo sepa, han sido cinco; caben a uno por día, y como no son los únicos -y además las elecciones están cerca- probablemente llegarán más reconocimientos.

El jueves recibieron la Medalla al Mérito del Trabajo Manuel Clavero Arévalo, José Antonio Sánchez Araújo y Rogelio Gómez Trifón. El lunes, el Consejo Social de la Universidad y Focus-Abengoa entregaron el primer Premio de Investigación Javier Benjumea Puigcerver a Miguel Ángel de la Rosa que pronunció un discurso sobre su trabajo tan bien redactado como interesante. Son varios nombres a reconocer como valores sevillanos: el Consejo Social de la Universidad, la Fundación Focus, la empresa Abengoa, Javier Benjumea Puigcerver y Miguel Ángel de la Rosa.

A continuación, el mismo día, nombraron miembro de la Junta de Gobierno de la ciudad de Sevilla a Rosa Mar Prieto; un nombramiento que celebramos todos los que la conocemos y sabemos de su inteligencia, lealtad, generosidad y buen hacer. La pongan donde la pongan, siempre estará bien. También hemos tenido noticia de que la Confederación Empresarial Sevillana propone la concesión de la Medalla de Andalucía a Juan Robles, un empresario de cuya eficiencia, entrega y capacidad de trabajo somos testigos los clientes que acudimos a sus restaurantes, que somos muchos.

Por último, mientras que hay países en los que los políticos ejercen como tal hasta los 70 años o incluso más, aquí, quizá por eso del poder de la imagen, nos apresuramos a buscar jóvenes que atraigan el interés de la sorpresa y la novedad entre la afición. Si bien es una práctica útil en los deportes y la propaganda, dudo de que en la política sea conveniente; aunque haya personas a las que les puede convenir dedicarse a sus quehaceres personales; como a Amparo Rubiales, por ejemplo, a quien le deseo lo mejor aunque siento que nos haya dejado. A ella y a todas las personas que nombré quiero dedicar estas palabras para insistir en lo bueno que tenemos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de enero de 2004