José Luis Solana (El Jau, Granada, 1965) es profesor de Antropología Social en la Universidad de Jaén y autor de la investigación Prostitución, tráfico e inmigración de mujeres (Comares, 2003). Además, es ponente en la Comisión Especial del Senado sobre la Prostitución y, ahora, realiza un estudio sobre esta mundo en la provincia de Jaén.
Pregunta. ¿Le ha resultado difícil adentrarse en este submundo?
Respuesta. El trabajo de campo es muy lento, sobre todo, porque hay que ganarse la confianza de las mujeres, los propietarios de los locales e incluso de algunos clientes. Las fuentes bibliográficas se complementan con las entrevistas y el vivir el día a día junto a estas mujeres.
P. ¿En qué grado se relaciona este fenómeno con el de la inmigración?
R. Se calcula que cerca del 80% de las prostitutas que ejercen en España son extranjeras inmigrantes, al igual que ha ocurrido en otros sectores laborales duros y de escasa consideración social. Aunque no es algo novedoso. La relación entre empleo en la prostitución y migraciones se ha presentado a lo largo de la historia.
P. ¿ Qué conclusiones saca de sus estudios?
R. Se trata de un mundo muy complejo y heterogéneo en todos sus aspectos. Con frecuencia, se ha tratado de una forma muy estereotipada.
P. ¿Es real la imagen de explotación?
R. Es cierto que hay mafias y proxenetas que explotan, pero no conforman, ni mucho menos, toda la realidad de la prostitución.
P. ¿Cuál es esa otra cara?
R. Hay mujeres que vienen a ejercer la prostitución sin que nadie les haya obligado y otras se han encontrado con tal grado de explotación en otras actividades, como el servicio doméstico, que la prostitución resulta económicamente más rentable.
P. ¿Llegará a erradicarse algún día?
R. Por mucho que mejoremos socialmente, siempre habrá personas dispuestas a comprar servicios sexuales y otras a venderlos. Sí podríamos aspirar a que el ejercicio de la prostitución nunca fuese forzado, en unas condiciones favorables y, siempre, tras haber ofrecido a quienes lo ejerzan un buen número de alternativas socioeconómicas reales que le permitiesen acceder a un nivel de vida digno.
P. ¿Qué opina sobre la sentencia que obliga al empresario a dar de alta a sus trabajadoras?
R. No creo que sea la vía adecuada para resolver los problemas que padecen hoy las mujeres que ejercen la prostitución. Puestos a legalizar y regular la venta de servicios sexuales, parece mejor hacerlo sólo como una actividad autónoma y por cuenta propia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de enero de 2004