El senador de Carolina del Norte acaba de cumplir 50 años, pero parece más joven. Recuerda al Bill Clinton de 1991: abogado como él, de origen humilde -no olvida recordarlo en cada mitin-, ha sido una de las sorpresas de este arranque de campaña: hace tres semanas estaba en el 5% de las intenciones de voto, ahora puede ocupar una de las dos primeras posiciones (aunque no hay experto que no deje de repetir que los sondeos en Iowa son altamente poco fiables).
John Edwards tiene una organización pequeña, pero ha llegado al votante gracias a su mensaje positivo. No ha atacado a sus rivales, sino a Bush.
Promete frenar el amiguismo de la Administración y "cortar a la altura de la rodilla" los privilegios que los grupos de presión obtienen de Washington. "Si creéis que hace falta un cambio de verdad, ese cambio no lo vamos a conseguir con gente que ha estado toda su vida en la política", dice Edwards, apostando por su frescura y su imagen de chico bueno.
Si le va bien aquí y en las primarias de New Hampshire llegará con fuerza al sur, su territorio natal. Edwards juega además con la vista puesta en las elecciones de 2008.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de enero de 2004