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Crítica:JUEGOS

¡Oído cocina!

Enlight cubre, con 'Restaurant Empire', el hueco que faltaba en el género de los simuladores empresariales

Pimientos rellenos, potaje de judías con bacon, tortas de berenjenas y calabacín y, de postre, crepes sorpresa. Éstos son algunos de los platos que podría ofrecer cualquier restaurante en cualquier ciudad del mundo. Como en ellos, el juego de simulación empresarial Restaurant Empire presenta este completo menú con el objetivo de construir un imperio en el mundo de la restauración.

El juego de Enlight se inscribe dentro del género de la simulación empresarial o el también llamado tycoon, palabra inglesa que significa magnate y que tuvo uno de sus primeros representantes en Transport Tycoon, título en el que se debía construir una importante red de intercambio de mercancías gracias a establecer vías de comunicación entre las principales ciudades. Este juego abrió el camino a una incontable lista de títulos en los que el usuario debía convertirse en magnate de algo, en RollerCoaster Tycoon sería el amo de las montañas rusas, en Zoo Tycoon rey de los zoológicos, en Ski Resort Tycoon debía hacer rentables las pistas de esquí, y, por ejemplo, en Car Tycoon el reto es capitanear el sector automovilístico.

Restaurant Empire

Género: Simulador empresarial

Fabricante: Enlight / Zeta Games

Plataforma: PC

Precio: 29,95 euros

Recomendación por edades: Mayores de 7 años

Internet: www.restaurant-empire.com

www.zetamultimedia.com

Restaurant Empire, que en algunos países se titulará Restaurant Tycoon, propone crear un verdadero imperio comercial basado en la proliferación de diferentes restaurantes hasta conseguir una cadena comercial consolidada. Para alcanzar este objetivo el jugador deberá tener en cuenta una serie de parámetros; mantenerlos bajo control será el principal esfuerzo del aspirante a magnate de las cazuelas.

Las dos opciones que ofrece el juego son, por un lado, el Modo Partida Libre, donde cada jugador establece sus objetivos con la condición de no quedarse en números rojos, y, por el otro, el Modo Nueva Partida, donde se sigue una historia en la que se aprende a ser un cocinero y un buen empresario. Este segundo modo de juego pone al usuario en la piel de Armand Leboeuf, un joven aspirante a cocinero con muchas ganas de convertirse en un Karlos Arguiñano o un Ferran Adrià. Su tío, propietario del restaurante Treize à table, se vio obligado a cerrar el negocio por la competencia que la cadena de establecimientos OmniFood representaban frente a su pequeño establecimiento. Las ganas de Armand por convertir el pequeño restaurante de su tío en un próspero negocio hacen que éste le proponga un reto: conseguir 30.000 dólares de beneficio en el primer mes. A partir de ese momento empieza la cuenta atrás para que todo el engranaje empresarial proporcione sus beneficios.

Entre los diferentes aspectos que Restaurant Empire permite controlar se encuentran opciones divertidas, como las de decoración del local o bien la creación de un menú adecuado para el tipo de restaurante que se desea abrir. Después existen opciones más tediosas, como el centro de información con listas de distribuidores, formación de empleados y campañas publicitarias, pero igual de necesarias para que el negocio prospere. La guía interactiva del juego, perfectamente traducida al castellano, permite al jugador familiarizarse con la interfaz del juego de una manera muy didáctica: en cada momento el narrador señalará para qué sirve cada icono de la pantalla. Basta con pulsar el ratón para colocar más mesas en el comedor, comprar una batidora o un microondas, o contratar a un camarero nuevo y a un marmitón.

Los juegos que se engloban dentro de los simuladores empresariales gozan de una gran aceptación entre el público. Prueba de ello es la inmensa lista de títulos que aparecen en el mercado bajo esta denominación. Restaurant Empire no es precisamente un alarde de técnica pero posee los ingredientes para que el jugador menos exigente goce de una experiencia interesante.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de enero de 2004