La ley "contra los signos e indumentarias que manifiestan de manera ostensible la pertenencia religiosa de los alumnos" va a seguir dando muchos quebraderos de cabeza al Gobierno conservador francés. El ministro de Educación, Luc Ferry, que parece condenado a ser destituido en la próxima reestructuración del Ejecutivo, dijo ayer que el adjetivo ostensible permite perseguir a "todos aquellos que pretendan interpretar la ley de manera tendenciosa", es decir, precisó el ministro, "nos anticipamos a quienes pretendan, por ejemplo, servirse de la pilosidad o de los bandós para escapar a la ley".
De pronto, la sospecha ya no recae sobre el llamado pañuelo o velo islámico, la kipa de los judíos o la cruz de los cristianos, sino también sobre cualquier prenda textil destinada a recoger u ocultar el cabello femenino o sobre las barbas de los seguidores de Mahoma, barbas que acostumbran a distinguirse a las laicas porque renuncian al bigote. La perspectiva de que en cada instituto haya que discutir sobre los bandós y la longitud y significación de las pilosidades ha sido descartada por el vicepresidente del grupo parlamentario de la UMP (Unión para una Mayoría Presidencial), Bernard Accoyer, para quien barbas y bandós "quedan fuera del perímetro que circunscribe la ley". Varios diputados de la derecha han dicho ya que se niegan a votar la ley o que se abstendrán, aumentando así la confusión.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 22 de enero de 2004