La suya es la historia de todo un trotamundos. Javier García Cuesta fue jugador del equipo español de balonmano en los Juegos Olímpicos de Múnich, en 1972, pero poco después comenzó un periplo alrededor del mundo que le ha llevado desde Estados Unidos hasta Santander, al Teka, y desde Egipto hasta su actual destino, la selección de Portugal que hoy (18.00, La 2) se enfrentará a la de España en la segunda jornada del Campeonato de Europa, que se está disputando en Eslovenia. "Todo este periplo me llena de orgullo porque he sido capaz de vivir de esto, de entrenar a conjuntos de mi deporte", asegura García Cuesta, internacional con el Atlético de Madrid en su época de jugador en activo; "pocos técnicos pueden decir algo semejante".
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En 1976, cuando dejó de jugar, estudió Educación Física y se convirtió en preparador físico de su ex club, el Atlético, asumiendo el cuidado de la plantilla futbolística. "Fue la única vez que me alejé del balonmano", afirma. Después, ya en 1979, firmó un contrato con la federación estadounidense para dirigir a su cuadro nacional hasta 1987. "Resultó una experiencia muy gratificante porque tuvimos que inventarlo prácticamente todo. Había un grupo reducido de jugadores y tuvimos que buscar más entre los universitarios que no entraban en las Ligas profesionales del baloncesto, el voleibol y el fútbol americano. No había campeonato ni nada. Pero creo que hicimos un papel digno en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, en 1984, y logramos clasificarnos para los de Seúl, en 1988".
Aquel primer periplo concluyó con su vuelta a España para entrenar al Teka, con el que ganó su mejor título, la Copa del Rey, y a la selección española que jugó los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992. "También entonces realizamos una profunda renovación del equipo. Incorporé nada menos que a nueve jugadores. Pero aquella cita terminó siendo una de mis grandes decepciones", confiesa.
En 1994 regresó un año a Estados Unidos para dar luego un salto hasta Egipto, donde permaneció hasta 1999, cuando fichó por Portugal. "Hemos estado trabajando muy bien estos años", comenta como análisis del nuevo adversario de la selección española; "pero no estamos a su nivel. Somos el equipo más débil del grupo y debemos fortalecer nuestra defensa. Afrontamos el partido con humildad. Pero intentaremos complicarle la vida".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de enero de 2004