He vivido esta semana una experiencia que me ha dado una lección de civismo, tolerancia y honestidad. Perdí la cartera y al día siguiente ya la recuperaba gracias a un chico llamado Mohamed que la encontró y me la devolvió íntegra, con todo, y cuando digo todo incluyo los 30 euros que llevaba. Incluso rechazó que le quisiera compensar económicamente su buen acto. Lo que él ha hecho a mí, particularmente, me ha hecho reflexionar sobre los prejuicios de la sociedad. No se puede generalizar, ni marcar a una persona por su condición social, económica o cultural. Antes de juzgar a nadie ni de emitir un juicio sobre algo o alguien, deberíamos analizarlo, cuestionarlo y recapacitar; de esta manera, nos daríamos cuenta de que la sociedad todavía es digna y de que hay gente bondadosa como Mohamed. De nuevo te doy las gracias.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 25 de enero de 2004