Un desconocido llega a un pequeño pueblo del este de Inglaterra un día de invierno. Abriéndose paso a través del viento cortante y la nieve, entra en la posada y pide una habitación. Va cubierto de la cabeza a los pies. Se sitúa frente a la chimenea, pero no se quita el sombrero, ni las gafas oscuras ni la gruesa bufanda. No quiere ser visto. Dice que es científico y pide tranquilidad para sus investigaciones. Monta un laboratorio en la posada y pasan los días sin que nadie alcance a ver la cara del misterioso visitante. Pero un secreto así no puede durar mucho en un pueblo pequeño como Iping.
Cuando los vecinos descubren que el forastero es invisible, el hombre se ve obligado a huir. Tratando de eliminar pistas, comete un asesinato. Así se desata la trágica historia del señor Griffin, el científico que descubrió una cera para la invisibilidad de los tejidos y la sangre pero que no supo encontrar un remedio para volver a ser visible y no aterrorizar a a la gente corriente.
- El hombre invisible, de H. G. Wells, podrá adquirirse el miércoles por 1 euro al comprar EL PAÍS.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 25 de enero de 2004