Era sábado, llovía, las calles estaban mojadas y desiertas, yo acababa de salir de un examen y estaba un poquet desficiós (com diria la meua amiga Neus) y me habían dicho que la exposición de la Fundación Bancaja estaba muy bien, y me dije: ¿por qué no?, cuando te vas de viaje a otros sitios sólo haces que ver museos, y los de aquí, los de la terra, nunca me ha dado por verlos, así que cambié el rumbo y me fui a la exposición de Manuel Boix, y sinceramente, me encantó, era justo lo que necesitaba, un poco de relax en época de exámenes, al igual que el perro necesita al gato para hacerle rabiar. Hacia el final de la exposición estaba contemplando una de las obras que más me gustó, Perfil tallat, 1991, y una señora (que me sonaba, sería del barrio) dijo: "¡Fantástico!", y yo no le dije nada, pero en mi interior noté cómo asentí sin ninguna duda, y pensé: "¡Fantástico, eso es! En fin, que les recomiendo que vayan. ¡Gracias Manuel!
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 25 de enero de 2004