De entre las muchas cosas
que echaremos de menos de José María Aznar, nada me da más pena que el fin de sus metáforas violentas: "El PSOE quiere quebrar el esqueleto del Estado". Si se fijan, tras la voz de Aznar se oye el crec-crec de los huesos al quebrarse. Es lo que le ha faltado a Alfredo Urdaci: poner efectos especiales a las palabras de Aznar, músicas tenebrosas y tal. "Quieren romper la columna vertebral de España". Y la cámara dejaría el primer plano de Aznar para barrer hacia un sótano en claroscuro del que saldría un grito: "¡Aaaaaah!".
-Y diga, presidente. Dado ese proyecto socialista, reconocido por todos, ¿cree que deberíamos llamar a Zapatero El Quebrantahuesos?
"No sé si alguien aconseja a Aznar hablar tanto de los huesos o le sale solo. A lo mejor va por temporadas"
-Mejor, La hiena carroñera.
Así será la siguiente generación de telediarios. No sé si alguien aconseja a Aznar hablar tanto de los huesos o le sale solo. A lo mejor va por temporadas. En las últimas elecciones hablaba precisamente de aquellas partes de su cuerpo sin hueso. Ahora toca huesos. Es tan violento que no tiene igual. A Javier Arenas, que como vicepresidente primero tiene el privilegio de ser el primero en repetir todo lo que dice Aznar, también se le ha oído lo de la columna vertebral (no lo del esqueleto), pero como la cámara siempre le sorprende mirando hacia otro lado y no puede dejar de sonreír, parece que anuncie una película de miedo y risa, como de Santiago Segura: Una de esqueletos. Aznar, no. Aznar mira a cámara con sus ojos en sombra y dice: "Quieren quebrar el esqueleto del Estado (crec-crec), y quieren partirnos la columna vertebral (¡aaaaah!)". Le falta añadir: "Y una vez muerta España, y rebañada la carne de sus huesos, ¡removerán las tumbas para astillar el fémur y sorbernos el tuétano!".
-¡Mamá, zut-to! -gritan los niños ante el televisor.
En ese momento, hasta Carmen Chacón debe mirar de reojo a Zapatero. "Oye, ¿y si en realidad...?". Incluso yo, que soy bastante valiente, los días de entrevista a Aznar miro debajo de la cama y dentro del armario antes de acostarme.
Estas estrategias del miedo se destinan sobre todo a los más mayores, que, por lo general, aspiran a acabar sus días sin que nadie les rompa el esqueleto ni la columna vertebral, lógicamente. Hace ya ocho años que alguien muy próximo a José María Aznar me dijo: "No podíamos esperar mejor resultado. El PSOE tiene a los viejos". Hace unos meses, alguien muy próximo a José María Aznar me dijo: "El PSOE no tiene nada que hacer. Los viejos son nuestros". Aznar denunciaba "el voto del miedo" hace ocho años, y hoy, en cambio, saca a pasear los esqueletos para que Mariano Rajoy pueda ofrecerse como hombre sensato, serio y alejado de frivolidades. Así es el juego, pero no deja de ser curioso si se tiene en cuenta que el tándem de la estabilidad ha protagonizado una legislatura con una huelga general, una guerra, un petrolero hundido, un submarino nuclear averiado, amenazas separatistas, el AVE correteando entre hoyos y un notable aumento de los delitos en las ciudades. Casi dan ganas de decir: oiga, no me estabilice mucho más, que estoy delicado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 25 de enero de 2004