San Mamés da lástima. De las tradiciones que cultiva el Athletic -origen de los jugadores, fútbol de cantera, club deportivo, ausencia de publicidad... de momento-, ha perdido una, su estadio, venerado durante muchos decenios no sólo por su condición catedralicia, sino por su excelente disposición para jugarse al fútbol.
Ayer, quizá por primera vez, el técnico del Athletic, Ernesto Valverde, decidió darse una vuelta por San Mamés para comprobar el estado del terreno y, en función de su situación, determinar la alineación y la forma de jugar del equipo rojiblanco.
San Mamés se ha ido deteriorando poco a poco, viviendo momentos de sequedad absoluta, de calvas enormes o, como ahora, de barrizales que recuerdan otros tiempos. La última decisión del club fue relevar a la empresa que mantenía el campo, Parques y Jardines, por Cengotita, que ya lo llevó con anterioridad. Son procesos de ida y vuelta -también afectan a las instalaciones de Lezama-, agravados con la condición de escenario de grandes acontecimientos. El último concierto de los Rolling Stones en Bilbao laminó todo un área, pero los problemas exceden a las situaciones puntuales.
La realidad es que, hoy por hoy, San Mamés es un mal campo de fútbol, demasiado expuesto a las inclemencias del tiempo o a cualquier circunstancia puntual. A la mínima, el enfermo empeora.
La última decisión ha sido levantar el césped en el verano y resembrarlo de nuevo, pero hasta entonces el Athletic y quienes le visiten sufrirán un calvario ya muy en desuso en el fútbol español. Mientras dure el invierno, el barro volverá a proponer, como ayer, partidos épicos, un tanto tortuosos, de un esfuerzo máximo. Partidos de los de antes, de cuando San Mamés estaba bien, pero se jugaba al fútbol de otra forma.
El Athletic anda empeñado desde hace años en la construcción de un nuevo campo. El desencuentro institucional lo va retrasando. Se trata de buscar una ubicación en el nuevo Bilbao que encuentra más problemas que soluciones. El último, entre el presidente Ugartetxe y el alcalde Azkuna, ha sido sonado. No se atisban soluciones a corto plazo. La ciudad quiere crecer y el Athletic también, pero faltan metros para ambos. Probablemente, el nuevo campo será uno de los elementos estelares de las elecciones, la próxima temporada.
Mientras tanto, San Mamés, el histórico estadio del fútbol español, propone problemas sonados para jugar al fútbol. Y el principal perjudicado es el Athletic, que ya no dispone de un equipo de aquéllos que se ataban los borceguíes y volaban sobre el barro. Con un equipo liviano, el barro es un enemigo. Ahora resulta que en Bilbao se reza para que no llueva, el entrenador tiene que ir a examinar el terreno y los jugadores dependen de ello.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 26 de enero de 2004