Sin duda alguna que vascos, catalanes y otras nacionalidades convoquen habitualmente sus elecciones autonómicas separándolas de las generales, es un acto de madurez política. ¿Cómo, si no, se ha de entender el hecho diferencial en un estado plurinacional?
Separar ambas convocatorias no es un simple trámite burocrático. Al contrario, constituye una decisión que se ha de entender como un acto consciente de dirección política de un colectivo de ciudadanos que hace mucho tiempo se identificaron a sí mismos como un pueblo, con la intención de vivir un destino común.
La convocatoria de las elecciones andaluzas conjuntamente con las generales significa renunciar a la soberanía política del Estatuto de Autonomía y, por tanto, de los andaluces.
El presidente de la Junta de Andalucía, una vez más, ha hecho dejación de sus funciones como tal, para ejercer su responsabilidad de Secretario General de un partido político.
Andalucía sigue siendo una autonomía tutelada, que se utiliza como valor de cambio en la confrontación política estatal. Mal papel para un pueblo tan digno como el nuestro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de enero de 2004