Nadie, ni el clero, ni los políticos, ni tan siquiera los toreros, lograron a finales del siglo XIX comprar su inmunidad frente a los caricaturistas. La revolución de 1868, que acabó con el reinado de Isabel II, había abierto nuevos espacios de libertad y las revistas satíricas supieron aprovecharlos: se ensañaron con la afición de Carlos VII por las mujeres, con los métodos represivos de Sagasta, ministro del Gobierno de Prim... El Koldo Mitxelena donostiarra presenta una exposición de caricaturas de esta época, organizada por el Museo Zumalakarregi.
En la imagen se ve a dos sacerdotes tirando de un burro cargado de animales y alimentos. La leyenda apunta: "Preparándose para ayunar en la próxima cuaresma". En otra, el artista muestra a cuatro mujeres bañándose en un lago y a Carlos VII mirando mientras se fuma un puro. "La corte de Carlos Chapa", dice abajo. Los caricaturistas de la época no tuvieron empacho en criticar a ningún estamento, ni a los personajes más ilustres y venerados. Tampoco en utilizar como diana humorística símbolos que no eran como para tomarse a broma. Un ejemplo: La ilustración muestra a un grupo de políticos que miran hacia el techo como si jugaran a pelota y el texto dice así. Una partida de pelota. Pero lo que sobrevuela sobre ellos no es un balón, sino la Constitución de 1879.
La muestra El siglo XIX en Caricaturas. Humor, distorsión y crítica social, que permanecerá abierta hasta el próximo 13 de marzo, está plagada de imágenes como ésta, tiras satíricas que resumen buena parte del último cuarto del siglo XIX a través de sus principales protagonistas. Hay reproducciones de publicaciones de la época y material original; lo mismo caricaturas publicadas en revistas como La avispa o Don Quijote, que ilustraciones humorísticas en forma de postal, aleluyas -precedentes del cómic-, o barajas de cartas de 1875 con imágenes de políticos, literatos y toreros. "La mayoría [propiedad de centros tanto españoles como del País Vasco] son de autores anónimos", explicó ayer el responsable del servicio de documentación del Museo Zumalakarregi, Mikel Alberdi. "Hubo un boom de las revistas satíricas, pero los artistas no se hicieron famosos" porque "la caricatura siempre se consideró como un género menor", apuntó el director de Cultura de la Diputación de Guipúzcoa, Imanol Agote. Y eso, pese a que era uno de los pocos medios para llegar también al público que no sabía leer.
La exposición, que detiene su mirada en temas como los toros, la iglesia, la educación o personajes como Sagasta y Carlos VII, forma parte de un proyecto de digitalización de colecciones del Museo Zumalakarregi y está también en Internet (www.gipuzkoakultura.net/museos/zm/caricatura.php).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de enero de 2004