Es triste, pero una realidad, comprobar que ante la inminencia de las campañas de los partidos cara a las próximas elecciones generales, el sentimiento imperante en demasiados españoles sea el que reflejan expresiones como: "Vaya latazo que nos espera".
La presencia de ciudadanos en los mítines es más baja, elección tras elección, y de hecho se está sustituyendo en muchos partidos el mitin por otras formas de propaganda electoral.
Muchos estamos hartos de oír una y otra vez por parte de nuestros políticos lo mal que lo han hecho los del otro partido, sus errores, sus fallos, sus mentiras y sistemáticamente como colofón prometer hacer lo contrario de esos otros. Las campañas electorales se reducen a campañas de descalificación; se está agazapado a ver si algún líder o partido osa hacer alguna propuesta, para antes incluso de conocerla en cierta profundidad, ponerla "a los pies de los caballos", ante el electorado.
Invito a la clase política a limitarse en las intervenciones orientadas a pedir el voto a limitarse a decir qué van a hacer, cómo piensan llevarlo a la práctica, en qué plazos, con qué financiación, independientemente de lo que digan "los otros".
Además, que sean realistas en sus propuestas, que se olviden de utopías. Todos nos prometen menos impuestos, más carreteras e infraestructuras, una sociedad más tecnológica, mejoras en la educación, y un largo etcétera, propuestas ante las cuales, cualquiera que se pare a pensar, comprueba su inviabilidad total.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de enero de 2004