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CARTAS AL DIRECTOR

Emparejamientos y derechos familiares

En general estoy de acuerdo con el análisis que hace Enrique Gil Calvo de Los emparejamientos y los derechos familiares (EL PAÍS, 27-1-2004). Y me parece bien impedir que los casados tengan más derechos que los solteros o cohabitantes, como también que hay que tomar medidas para que las jóvenes de hoy no sean en el futuro esposas y viudas dependientes, pero para ello, afirma Gil Calvo, las jovenes "deben aprender a ganarse por sí mismas sus derechos pasivos como asalariadas, profesionales o funcionarias".

Yo añadiría a esto que también hay que trabajar para que las jóvenes de hoy accedan a cualquier trabajo en las mismas condiciones que lo hacen los hombres. Y que el trabajo no remunerado hasta hoy de criar, formar y educar a la siguiente generación no sea un obstáculo profesional; al contrario, debe ser reconocido no sólo como un trabajo familiar, sino como una importante aportación económica y social.

Deseo que las jóvenes de hoy no tengan que decidir entre trabajar gratis para todos, en el ámbito familiar dependiendo de un marido económicamente y rogando después una pensión, o bien intentar traspasar el techo de cristal que existe en el mundo laboral para las mujeres y renunciando a su vida familiar.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de enero de 2004