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OPINION DEL LECTOR

Los otros extremeños

La última ocurrencia del señor Rodríguez Ibarra proponiendo la exclusión de los nacionalismos del Congreso de los Diputados de Madrid nos ha resultado ofensivo y provocado un más que justificado enfado. Somos vascas, euskaldunes, nacionalistas y solidarias. El último verano, durante el mes de julio, estuvimos trabajando en un proyecto precioso, en un campo de trabajo, para la recuperación de la memoria histórica. ¿Sabe dónde, señor Rodríguez Ibarra? En el precioso pueblo de Alburquerque (Badajoz).

Allí trabajamos bajo un sol abrasador excavando en una fosa común donde existían indicios -y posteriormente pruebas contundentes- del enterramiento de republicanos fusilados por los fascistas. Sabemos bien lo que significa esto. Nuestros mayores también defendieron la legalidad de la República y murieron o sufrieron diversas penalidades por ello. Estamos seguras de que aquellos muertos, vascos o extremeños, se estremecen ante la facilidad expresiva del señor Rodríguez Ibarra.

En Alburquerque el trabajo fue duro. No sabemos cuántos metros cúbicos de tierra movimos, pero fueron muchos. El sol era insoportable y sólo había la sombra de una encina para guarecerse. A la dureza del trabajo se sumaba el sentimiento de impotencia que suponía encontrar los restos de huesos, zapatos, hebillas, etc.

Sin embargo, el esfuerzo era compensado con creces con el trato dispensado por los alburquerqueños y por el ambiente inmejorable que hubo entre los participantes. Sois maravillosos los extremeños. Diego, Mamen, Laura, Jose, María..., os echamos de menos. ¡Qué diferentes sois de vuestro presidente! También tenías una opinión deformada de Euskadi y sus personas. Os habían engañado, os disteis cuenta de que la manipulación informativa, pero supisteis escuchar, debatir, contrastar opiniones, analizar la situación, y lo entendisteis.

Nuestras charlas nocturnas sirvieron para que nos conociéramos, nos respetáramos, para que cada uno de nosotros defendiéramos lo nuestro desde la identificación y el cariño, y siempre sin menosprecio del otro, sin odio hacia lo ajeno. No estábamos en el Congreso de los Diputados de Madrid, pero a muchos de los parlamentarios les podríamos haber dado lecciones. También a vuestro presidente.

Señor Rodríguez Ibarra, no le vimos por Alburquerque y nos hubiera gustado. Conocimos gente maravillosa y una realidad social y económica diferente. Conocimos una tierra con grandes posibilidades y que nos dio la impresión que no está como para desperdiciar energías. Con respeto, y si nos lo permite, señor Rodríguez Ibarra destine sus iniciativas en el desarrollo extremeño y esfuércese en pensar en no restringir las libertades. Ame lo suyo sin odiar lo de los demás. Así, de paso, no colaborará a que sus adversarios les vuelvan a ganar las elecciones.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 30 de enero de 2004